sábado, 15 de agosto de 2020

La Asuncion de la Santísima Virgen María


Asunción de María - Tim Langenderfer
"Del fondo de la Edad Media sube y llega hasta nosotros un perfume de leyenda aureolando lo que los antiguos cristianos llamaban la dormición de María. Un sueño; solo fue un sueño muy dulce y muy tranquilo, como de azucena madura que corta con cuidado el jardinero para dejarla amorosamente junto al sagrario en el altar. Como se desmaya una flor en un vaso de purísimo cristal, así el alma de la Virgen en su sacratísimo cuerpo. Nada hubo en su muerte que pudiera turbar la paz de su alma. Nada de aquello que acongoja a los hombres en los postreros instantes. Ni remordimientos, ni dolores, ni tristezas. Solo fue un sueño, su último sueño, para despertar llena de claridad en la gloria. ¡Qué placidez de paloma dormida, qué sosiego de blanca nube que se va! El recuento de sus días en aquel momento de suprema felicidad sería como el manso correr del agua de un arroyo por cauce de blandísimo césped, serenamente, silenciosamente, sin el ruido que levantan las aguas torrenciales de una vida ahogada en preocupaciones, transida de remordimientos. Todo esto debían pensar los antiguos cristianos que llamaron dormición a la muerte de la santísima Virgen."

Con estas idílicas palabras tomadas de un antiguo misal se iniciaba e incitaba al creyente a vivir esta solemnidad de la Asunción de María. Fue Pio XII en 1950 quien promulgó este dogma mariano haciéndose así la Iglesia eco de la fe de los creyentes de todos los tiempos.

Hoy la comunidad cristiana celebra la solemnidad de la Asunción de la Virgen. Una fiesta que llena de alegría y esperanza a los bautizados.

El acontecimiento pascual ocurre en María de forma singular: su muerte e inmediata resurrección y glorificación.

En una sociedad como la nuestra donde los signos de vida se ven opacados por la muerte, hay que resaltar lo que encierra este misterio de la fe. No hay que pasar de puntillas sobre él y tampoco vaciarlo de contenido dejándonos arrastrar por una devoción insana.

La muerte de María, como la de Jesús, fue una realidad. Lo extraordinario es su manifestación como misterio de Vida. Jesús resucitado abre el camino y quien se identificó con él en vida, le sigue en la muerte y resurrección.

Produce una profunda alegría en el discípulo de Jesús entender que el camino del Maestro es nuestro camino y que si en María se da la excepcionalidad, por privilegio, todos nosotros estamos llamados a participar de este acontecimiento que cambió el rumbo de la humanidad.

Hoy miramos a María descubriendo a Jesucristo a través de ella. Su ser iluminado por el gozo de la Pascua.