martes, 30 de junio de 2020

Evangelio diario: 30-06-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.

En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice:
«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».


Comentario:


La pandemia que hemos sufrido, cuyas consecuencias siguen presentes ha de recordarnos, que en la vida, en el navegar por el tiempo, habrá momentos de tempestad. Momentos en que tememos hundirnos.

Si algo, junto a las trágicas consecuencias de enfermedad y muerte generó -genera aún- la pandemia, fue miedo. Nos sentíamos inermes ante lo que sucedía y podía sucedernos. Y sin tener a dónde ni a quién acogernos. Miedo vivido en soledad. Miedo disimulado ante aquellos con los que convivíamos. Nos sentíamos poca cosa, estábamos como los apóstoles en el texto evangélico acobardados.

La pandemia es un ejemplo actual; pero nos encontramos y encontraremos con más situaciones en la vida, en las que la situación dura se nos impone: será enfermedad propia o ajena, será muerte de alguien cercano. Será también experiencias de fracaso de diverso tipo en nuestra vida. O experiencia de una incertidumbre que alberga un porvenir oscuro. Son los vientos y las corrientes contrarios que encontramos en el navegar por la vida. Tiempos de estar acobardados.

Jesús en el texto evangélico se nos muestra exigente: no tienen derecho los apóstoles en plena tempestad a tener miedo, si él está con ellos. Les reprocha que no confíen en él. Esa es la fe: la confianza en quien decimos que creemos. La confianza que supera evidencias inmediatas de impotencia y miedo. Ahí reside el mensaje del texto evangélico. No podemos desconfiar del Dios en quien decimos creer. En medio de la tempestad hay que buscarle, y contar con él, es el momento de tener conciencia de que no vivimos solos, él está en nuestras vidas. Está para darnos valor y no dejarnos acobardar; para darnos esperanza, no dejarnos aplastar por el temor.

lunes, 29 de junio de 2020

Evangelio diario: 29-06-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».


Comentario:

Hoy la liturgia nos presenta un texto con un profundo significado simbólico. Para Herodes el poder significaba su lucha diaria; de hecho, apresa a Pedro porque eso le confería prestigio: "al ver que esto agradaba a los judíos"

El contexto de Herodes no es muy lejano del nuestro. Quedar bien nos deja expuestos a nuestros propios miedos. Por otro lado, tenemos a Pedro, el cobarde testigo de Cristo que le negó tres veces “por miedo a los judíos”

Pero la fuerza de la Palabra nos lleva mucho más lejos, la Palabra ilumina para romper cadenas, nunca para oscurecer ni destruir. Y esa es la gran diferencia entre Pedro y Herodes. Este último manda prender a Pedro, meterlo en la cárcel y rodearlo de soldados. Son imágenes de alguien que está atrapado por el miedo a perder; en realidad Herodes se encarceló a sí mismo.

La belleza y esencia de este texto nos lo muestra la realidad que envuelve a Pedro en la cárcel. Éste aparece atado con cadenas (las cadenas de la traición y la negación: “no le conozco”). La iglesia ora y lo acompaña desde el dolor de la persecución, pero con la firmeza de la fe, y la celda de Pedro se ilumina con la fuerza de la presencia, “date prisa levántate”, es la llamada a salir a la luz, ¡ven! La llamada a ser, esa llamada que todos hemos escuchado en nuestra propia esencia cuando fuimos creados. Y ocurre el milagro, se le caen las cadenas de las manos.

La escena es increíblemente bella: es invitado a ponerse el cinturón y las sandalias, a echarse el manto y a seguir al Ángel, todo un simbolismo de alianza que nos recuerda al Padre bueno que caminó con el pueblo infiel de Israel y le amó como se ama a un hijo desde las entrañas. Aquí Pedro queda redimido y revestido de Cristo, liberado de sí mismo, se le caen las cadenas del miedo. Y al final de la calle, lo dejó el Ángel, con la mochila de la vida preparada para dar razón de su fe con la propia vida. 

Pablo no andaba muy lejos de la realidad que envolvió la vida de Herodes y Pedro. Su vida solo estaba llena de la letra muerta de la ley y por tanto el vacío y la muerte. El camino a Jerusalén lo ha recorrido muchas veces con cartas cobardes para encadenar y ejecutar a los cristianos, ahora lo recorre en sentido inverso, libre de las ataduras de la ley, pero encadenado por la ley del amor que le liberó hasta llevarle a perder la vida por amor. El juez justo le espera para conferirle la corona de la vida. Solo redime, libera y dignifica el amor. A Pablo y Pedro les embriagó el amor de Cristo y a nosotros, ¿quién nos ha embriagado?

Festividad del día: Santos Pedro y Pablo

El 29 de junio se celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, día en que se reconocen las virtudes cristianas de dos de los más grandes y reconocidos apóstoles que defendieron con su vida el Evangelio.


Son fundadores de la Iglesia de Roma

Jesús dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Con estas palabras, Simón Pedro pasó a ser “la roca” de la Iglesia y se comprometió a apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.

Luego de la Resurrección y Ascensión de Cristo, Pedro asumió con humildad ser cabeza de la Iglesia, dirigió a los Apóstoles y se encargó de que los discípulos mantuvieran viva la verdadera fe.

Pablo era conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión. Luego del encuentro con Cristo continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Es reconocido como el apóstol de los gentiles y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.

“Sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: ‘He luchado el noble combate’. No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó el Papa Emérito Benedicto XVI.

Son columna espiritual de la Iglesia

En 2015, el Papa Francisco manifestó que San Pedro, San Pablo y la Virgen María “son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la fe y de la santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos pide”.

El Santo Padre explicó que “la gloriosa herencia de estos dos Apóstoles es motivo de espiritual orgullo para Roma y, al mismo tiempo, es un reclamo a vivir las virtudes cristianas, en modo particular la fe y la caridad: la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y Pablo anunció a la gente; y en la caridad, que esta Iglesia está llamada a servir con un horizonte universal”.

Ambos padecieron en Roma

San Pedro y San Pablo fueron detenidos y martirizados en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma.

San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución, hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.

San Pablo fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.

Son patronos de Roma y representantes del Evangelio

Benedicto XVI llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.

“La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”, precisó.

Son la versión contraria de Caín y Abel

Benedicto XVI también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.

“Mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, relató el Santo Padre Benedicto XVI.

sábado, 27 de junio de 2020

Domingo XIII del Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8-11. 14-16a


Pasó Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba.

Ella dijo a su marido:
«Estoy segura de que es un hombre santo de Dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse».
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó.
Entonces se preguntó Eliseo:
«¿Qué podemos hacer por ella?».
Respondió Guejazí, su criado:
«Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano».
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada.
Eliseo le dijo:
«El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo».


Salmo 88

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-4. 8-11

Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.

Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.

Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.

Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.



Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 37-42


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. 
El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. 
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Comentario:

“Quien os recibe a vosotros, me recibe a mí”. Recibir a los discípulos misioneros es aceptar el mensaje de Jesús, escuchar (confiar en) sus palabras, que proclaman el reinado de Dios frente al imperio romano. Hay aún otra conexión: “Quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado”. La enseñanza de Jesús revela que Dios está presente con él y a través de la misión de los discípulos. Un elemento central de la misión de los discípulos es hacer posible un encuentro con la presencia salvífica de Dios.

Pues bien, todo esto tendrá una recompensa, como dicen las últimas líneas del relato evangélico de hoy. También lo afirma el texto del Antiguo Testamento sobre la mujer que daba acogida en su casa al profeta Eliseo. Pero aquí aparece uno de los grandes problemas de comprensión de todo el evangelio: ¿cómo hay que compaginar al Dios misericordioso con el Hijo del hombre, juez universal que premia por acoger a los profetas o por dar un vaso de agua a los más necesitados?

Hoy Mateo nos pondría en la misma disyuntiva que señaló entonces, porque también nosotros tenemos un conflicto de fidelidades a dos reinos: el de Dios y el de nuestra sociedad. O somos fieles al mensaje de Jesús, condensado en las bienaventuranzas y en su práctica de acogida a pobres, enfermos, desamparados, emigrantes, hambrientos y marginados de toda clase o bien optamos por la fidelidad al mundo en el que vivimos, donde los valores económicos y los de tipo biopsíquico han convertido absolutamente todo en mercancía, y en el que unos pocos se están haciendo con las riquezas de nuestro planeta, mientras que una gran mayoría padece hambre, enfermedades y desprotección.

Hoy nuestra piedra de toque siempre estará en mostrar al mundo nuestra fidelidad al mensaje de Jesús y al Reino.

Festividad del día: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Hoy celebramos a la Madre del Señor, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Patrona de la Sanidad Militar. Por ello, hoy sábado, día que la iglesia recuerda especialmente a María, la celebración de esta memoria mariana remite al proyecto salvador De Dios que quiere que todos se salven y en el cada uno está involucrado, especialmente a nuestros hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas que unen la vocación militar a la vocación que lleva a cuidar de nuestra salud. Felicidades a nuestros sanitarios y a sus familias. Que Nuestra Señora, a la que hoy recordamos en su advocación de Perpetuo Socorro, les cuide y les bendiga.




Un poco de historia

El icono original está en el altar mayor De la Iglesia de San Alfonso en Roma, cerca de la basílica de Santa María la Mayor. Está pintado sobre madera mide 54 x 44 cm aproximadamente. Muestra a María con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.

En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. No se sabe como llegó a manos de este piadoso hombre la pintura, lo cierto es que el mercader procuró que el cuadro no se destruyese. Por seguridad, decidió llevar la pintura a Roma. En el viaje se desató una violenta tormenta pero el comerciante tomó el cuadro de la Virgen, lo sostuvo en alto y pidió socorro. Dios respondió por intercesión de Nuestra Señora con un milagro, el mas se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.

El mercader conservó la pintura hasta su muerte, pasando a manos de una familia amiga del mismo hasta que la familia se decidió a cumplir la voluntad del mercader de entregarla a una iglesia donde fuese venerada dignamente. Y así fue, pero con el paso del tiempo la pintura se extravió hasta que fue nuevamente encantada por Los Padres Redentoristas y entronizada en la iglesia de San Alfonso de Roma


Iconología

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Iglesia de San Alfonso (Roma)

Este icono es conocido en el oriente bizantino como Madre De Dios de la Pasión. Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el siglo XII o XIV. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.

Fue pintado en un estilo plano característico de iconos. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: "OV" significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.

Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.

En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Ceuta

Evangelio diario: 27-06-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Y dijo Jesús al centurión:
«Vete; que te suceda según has creído».
Y en aquel momento se puso bueno el criado.

Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle.

Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».

Comentario:
Mateo nos presenta en este fragmento dos curaciones del Señor, dos ejemplos que atestiguan el mesianismo de Jesús. Por una parte, la curación a distancia del siervo del centurión. Por otra, la curación de la suegra de Pedro.

Dos curaciones que, como es habitual, parten de la fe previa del que solicita la ayuda, es la solicitud creyente ante el Señor la que recibe una respuesta cierta. El centurión no pide para él, demuestra una gran humanidad y condescendencia. Pide para su sirviente, pero implora con toda la fe y la seguridad de ser escuchado. Pide desde la humildad, “yo no soy digno de que acudas a mi casa”, pero también desde la confianza absoluta: “basta un sola palabra y quedará curado mi criado”.

Esta disposición sorprende incluso al mismo Jesús que reconoce y alaba la profunda fe del centurión: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”.

La curación de la suegra de Pedro se nos muestra como una atención familiar. Cuando Jesús llega a casa de Pedro, ve a la mujer con fiebre, la coge de la mano y la cura. Y la buena mujer se pone a servirles. Son dos acontecimientos que quedaron grabados en la mente de los discípulos y que Mateo nos narrará en su evangelio.

Dos curaciones que testimoniaban por una parte el poder salvador de Jesús, y por otra la urgencia de la fe para asegurar la salvación. En medio de la enfermedad, la necesidad o la adversidad, la oración y la fe son el argumento para ponernos a salvo. En los momentos difíciles, partir como el centurión de la mirada hacia el otro y del sufragio por sus necesidades, serán el vehículo para poder construir un reino de salvación. Lo que esperamos que cambie y se reconstruya es lo que con nuestra fe, constancia, oración y misericordia seremos capaces de poner en marcha y edificar para los demás. Sólo la fe nos da el apoyo suficiente para construir el nuevo reino de Dios.

viernes, 26 de junio de 2020

Evangelio diario: 26-06-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 1-4

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Comentario:


El pasaje evangélico de hoy, nos muestra, una vez más, la entrañable misericordia de Jesús con todos los que se acercaban a él en busca de ayuda, en este caso un leproso: “Quiero, queda limpio”.

Sabemos que la misericordia de Jesús, que brota de su amor hacia todos nosotros, presidió toda su vida, y la sigue presidiendo. Cuando nos acercamos a Jesús nunca hemos de hacerlo con miedo, como ante un posible juez severo que nos va a echar en cara nuestros defectos. Hemos de acercarnos ante el que, si se lo pedimos, quiere curar todas nuestras heridas, todas nuestras posibles lepras. “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”.

Y en su permanente línea de amor, nos seguirá mostrando el camino para que vivamos nuestros días y nuestras noches con ilusión, con sentido y llenará nuestro corazón de esperanza al asegurarnos que después de nuestra muerte nos está esperando para invitarnos al banquete de su amor: “Venid, benditos de mi Padre a disfrutar del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. Un día más, no dejemos de pedir a Jesús que permanezcamos siempre con él, en su amistad, que nos se nos ocurra darle la espalda y adentrarnos por otros caminos. Su camino sabemos bien donde desemboca, en la vida y la felicidad.

jueves, 25 de junio de 2020

Evangelio diario: 25-06-2020

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-29


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 
Aquel día muchos dirán: 
“Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. 
Entonces yo les declararé: 
“Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”. 
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. 
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande». 
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.


Comentario:

“No todo el que me dice: “Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.”

Así comienza el Evangelio de este día. Un mensaje claro: la plenitud de Vida que Dios nos ofrece exige de nosotros cumplir la voluntad del Padre. Por eso es importante que profundizamos en este aspecto: ¿Cuál es la voluntad del Padre? ¿En qué consiste cumplir su voluntad?

En primer lugar deberíamos meditar el hecho de que cada uno de nosotros, la creación entera, existe como fruto del querer de Dios. “Porque por tu voluntad, lo que no existía fue creado”. En este sentido, el primer acto de la voluntad de Dios sobre el ser humano es crearlo y entregarle su Espíritu de Vida. Este Espíritu es el que nos hace vivir y existir y nos introduce en la comunión con el Padre y el Hijo a la que estamos llamados. 

Dice San Ireneo que "la gloria de Dios es la vida del hombre". Por eso, la voluntad de Dios no es algo extrínseco al ser humano, sino el motor que le permite desarrollar la Vida de Dios en él. Cumplir la voluntad del Padre, en este sentido, es llevar a plenitud nuestra vida.

Y esto sucede cuando, abrimos nuestro ser a la Palabra y cedemos a su acción transformadora. Una Palabra que nos sitúa en una relación en la que experimentamos el amor del Padre que fundamenta y da identidad a nuestro ser; la persona anclada en ese amor recibido está llamada a llevarlo en su vasija de barro, es decir en la realidad frágil que es, y a reflejarlo con el color y brillo propio con que el Señor le ilumina cada día.

Entonces la vida adquiere solidez y aprendemos a resituar, releer, integrar todo aquello que nos desestabiliza, que sentimos a veces como amenaza, que nos hace perder el equilibrio; que nos hace experimentar la vulnerabilidad. Aprendemos a confiar más allá de los miedos y de las incertidumbres porque descubrimos que el Amor con mayúsculas es más fuerte que la muerte y que nada ni nadie nos podrá separar de Él.

miércoles, 24 de junio de 2020

Evangelio diario: 24-06-2020

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6


Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:

Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso».
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.

Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, -tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-:
«Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».


Salmo 138


R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. 

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.


Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26


En aquellos días, dijo Pablo:

«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” 
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” 
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas


A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Le replicaron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió:
«Juan es su nombre».
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.


Comentario:

Desconcierto generalizado ante aquel cambio de nombre. Típico: cuando Dios tiene reservada una misión para alguien, lo primero que hace es cambiarle el nombre. Es una forma de expresar la novedad, porque cada nombre tiene un significado que va más allá de lo puramente familiar.

Por eso, antaño, los religiosos y religiosas, se cambiaban de nombre al iniciar una nueva etapa en su vida. Los papas siguen haciéndolo. Por tanto, no es de extrañar la extrañeza del vecindario cuando Zacarías dijo: Juan es su nombre. Se rompía la tradición familiar. Comenzaba una etapa nueva. Aquel niño, ¿qué iba a ser? ¿qué significado tenía ese giro nominal? Habría de pasar tiempo para saberlo. Juan se convertiría en el eslabón unitivo de esa larga cadena entre lo antiguo y lo nuevo. 

Después vendría el “Benedictus”, todo un resumen de la historia de la salvación en forma de cántico laudatorio.

Es bueno saber qué significa el nombre bautismal que eligieron nuestros padres; y de él, ver si nuestra vida se corresponde con ese significado y comprender mejor nuestra misión en el mundo.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado 
y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza 
de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho
desde antiguo
por boca de sus santos Profetas.
Es la salvación que nos libra 
de nuestros enemigos
y de la mano de todos 
los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró 
a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que,
libres de temor,
arrancados de la mano 
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, 
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia 
de nuestro Dios,
nos visitará el sol 
que nace de lo alto,
para iluminar 
a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.


Festividad del día: Natividad de San Juan Bautista

San Juan Bautista (Tiziano) - El Prado



De las muchas cosas que se han dicho sobre Juan El Bautista podemos resaltar dos sobre las que incidía San Agustín en sus sermones allá por el siglo IV: 

- El nacimiento del Bautista es celebrado por la iglesia como algo sagrado, es el único santo cuyo nacimiento se celebra.

- Juan el Bautista viene a ser como la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Así lo atestigua el mismo Señor cuando dice "la ley y los profetas llegaron hasta Juan".

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo. En el primer capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con Santa Isabel y no tenían hijos porque ella era estéril. Estando ya de edad muy avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías de pie a la derecha del altar.

El ángel le comunicó que su esposa iba a tener un hijo, que sería el precursor del Mesías, y a quien pondría por nombre Juan. Zacarías dudó de esta noticia y Gabriel le dijo que quedaría mudo hasta que todo se cumpliese.

El bautista es desde siempre una figura importante en la Iglesia, también Benedicto XVI hablo sobre esta festividad diciendo que el ejemplo del Bautista "nos llama a los cristianos a testimoniar a Cristo y a anunciarlo a tiempo y contra el tiempo"


También puso de manifiesto la importancia del Bautista y su relación con la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios diciendo: 
"si se excluye la Virgen María, el Bautista es el único santo de quien la liturgia festeja el nacimiento, y lo hace porque está estrechamente relacionado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios"

"Desde el seno materno, en efecto, Juan es el precursor de Jesús: su prodigiosa concepción es anunciada por el Ángel a María como signo de que nada es imposible a Dios".
Benedicto XVI nos recordó como Zacarías no creyó el anuncio de una paternidad inesperada y quedó sin habla hasta el día de la circuncisión del niño al que pusieron el nombre indicado por Dios, Juan, que significa "don de Dios".
"Animado por el Espíritu Santo, Zacarías habló así de la misión del hijo: «y tú niño serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados»".
El Santo Padre también ha explicado que Juan fue precursor de Jesús también en la muerte violenta. Juan fue decapitado en la cárcel del rey Herodes y con ello dio pleno testimonio del Cordero De Dios, a quien él había reconocido públicamente en el bautismo del Jordán.

martes, 23 de junio de 2020

Evangelio diario 23-06-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. 
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».



Comentario:

Este evangelio nos sitúa en el sermón del monte. Jesús está concluyendo y su recomendación final es cumplir las enseñanzas recibidas a lo largo de este discurso. Para ello usa una imagen familiar para el pueblo de Israel, la imagen de dos puertas que conducen a caminos distintos, una metáfora común a lo largo de todo el Antiguo Testamento. 

Les habla de la dificultad de la puerta que lleva a la vida refiriéndose a las penalidades que deberán soportar los discípulos para entrar en la vida, para hacer el bien. Jesús enseña a los que quieran seguirle, que este seguimiento tiene unas exigencias radicales y que no estarán exentos de riesgo.

Una exigencia que se concentra en una regla de vida imprescindible y que atraviesa toda la Sagrada Escritura "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten". Es la invitación para tomar la iniciativa en nuestra vida para hacer siempre el bien con independencia del comportamiento de los demás y sobre todo, sin esperar nada a cambio.

Hoy podríamos preguntarnos a la luz de este evangelio cual es el grado de confianza en Dios cuando las cosas van mal y por otra parte si tratamos de hacer siempre el bien por costoso que este nos sea.

lunes, 22 de junio de 2020

Evangelio diario 22-06-2020

Evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. 
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? 
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».


Comentario:

Santiago en su carta nos dice "uno solo es legislador y juez, el que puede salvar o perder". El juicio está reservado a Dios, pero esto no quiere decir que seamos permisivos con todo, que todo lo veamos como bueno, porque entonces faltaríamos a la verdad e iríamos en contra del Amor.

Como principio, el evangelio nos pide que no suplantemos la justicia divina, sino que seamos verdaderamente hermanos y nos tengamos mutua misericordia.

Las palabras de Jesús no imponen a los suyos una prohibición de formar un juicio moral sobre la conducta, lo que condena es todo intento de corregir a otros antes de habernos aplicado a nosotros mismos esa misma norma de conducta. ¿Como juzgar si no somos capaces de hacer autocrítica? Lo primero es la sincera evaluación de las propias motivaciones y limitaciones. Solo quien supera sus propias limitaciones tiene la suficiente agudeza para auxiliar a sus semejantes.

Jesús nos encomienda la salvación de los hermanos y nos dice: “Hipócrita, ¡sácate primero la viga de tu ojo, y entonces…”. Dios quiere la salvación de todos y todos somos responsables de la salvación del otro, es superar mi propia limitación para estar capacitado para servir con misericordia a los demás, para abrirles el camino de su salvación.

sábado, 20 de junio de 2020

Domingo XII Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Dijo Jeremías:

Oía la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis enemigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemosy podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.


Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!


Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.


Salmo 68

R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. 


R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.

Pero mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.

R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-15

Hermanos:

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.


Pues, hasta que llegó la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley. Pese a todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que tenía que venir.

Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.



Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 26-33


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. 

Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. 

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. 

A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».


Comentario:

La advertencia de hoy no es solamente para los discípulos, a los que Jesús advierte al inicio de su misión porque será perseguidos. Esta advertencia la debemos aplicar a todas las situaciones de nuestra vida en la que el miedo nos paraliza.
Hay un miedo producto de la evolución que es imprescindible para mantener la vida biológica, es un mecanismo de supervivencia y por tanto bueno. Pero el ser humano puede ser presa de un miedo aprendido que le impide desplegar su verdadera capacidad humana. Es este el que nos traiciona, no nos defiende sino que nos aniquila y es contrario a la fe/confianza.
Este miedo es consecuencia de nuestros apegos, no hemos descubierto lo que realmente somos y nos apegamos a una quimera inconsistente que proviene de un falso "yo", al que nos enganchamos irracionalmente. Jesús nos dimos que la verdad nos hace libres, estos miedos son fruto de la ignorancia, pues si conociéramos nuestro verdadero ser, esos miedos no tendrían cabida.
Jesús nos invita a no tener miedo, pero no como promesa de librarnos de las dificultades ordinarias de la vida, se trata solo de la seguridad en Dios que permanece intacta en medio de las dificultades de la vida. Dios no es la garantía de un camino fácil, sino la seguridad de que Él siempre estará en cualquier circunstancia sea fácil o difícil. Nuestro error siempre está en exigir a Dios que nos libere de nuestras limitaciones y contrariedades.
La fe, confianza en la seguridad de Dios, nace de la aceptación de nuestras limitaciones, del descubrimiento de todo el potencial con el que Dios nos pensó. Es la consecuencia de descubrir que mi propio fundamento no soy yo, sino el mismo Dios. Esto no menoscaba nuestra dignidad, al contrario, que este fundamento, mi fundamento, descanse en Dios es seguridad absoluta, porque depende de Aquel que es más firme y seguro que yo mismo. Si acabamos de comprender que Dios es nuestro pasado, presente y futuro no hay lugar al miedo.
Plantearnos nuestra confianza en Dios, nos obliga a derribar las falsas imágenes que de Él solemos hacer. No se trata de confiar en alguien fuera de nosotros y que desde fuera nos pueda dar algo. Sino que Él es el fundamento de mi ser, Él está en mi y que puedo estar seguro de mi porque Dios es la única certeza y aunque exista algún motivo para temer, siempre habrá más motivos para confiar.
Podemos confiar en Dios, porque en Él no hay nada inconstante, Él siempre es amor y su causa es la causa de la humanidad entera. Dios está implicado en nuestra historia desde siempre, su voluntad amorosa es inmutable, no está sujeta al capricho veleidoso que suele mostrar interesadamente el ser humano.
Por último, todos los miedos se pueden condensar en el miedo a la muerte. Si considerásemos a la hermana muerte como parte integrante de nuestra vida, perderíamos el miedo y viviríamos en plenitud. Lo que tememos perder con la muerte son los asideros constantes en nuestra vida, la muerte no nos arrebata el ser, sino todo lo que hay en nosotros de caduco, accesorio, contingente y egoísta. Jesús nos lo dice en el evangelio de hoy, aunque te quiten la vida, lo que se nos arrebata no es lo esencial para nuestro ser.

Evangelio diario: Inmaculado Corazón de María



Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. 

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.



Comentario:

Celebramos hoy la festividad del Corazón de María unida a la festividad del Corazón de Jesús. María, bajo el titulo de su corazón, nos muestra que la vida cristiana es vivir una relación de acogida, confianza y entrega al Dios vivo, es una adhesión personal a Cristo. No tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús. El corazón de María ya era de Dios aún antes de la Anunciación.

Venerar el corazón de María es venerar a nuestra madre que esta llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura ante Dios, su corazón siempre esta lleno de amor por sus hijos, venerar su corazón que guardaba todas las cosas de Dios en la profundidad de su ser y que nos ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón.

El evangelio de hoy pone el acento en la angustia de los padres al perder al hijo, sin embargo hay una gran lección de interioridad, de abandono a los planes de Dios, de confianza absoluta, Maria guardaba todo en su corazón a la espera de comprender. Hoy esta memoria nos recuerda que los creyentes tenemos una escuela de fe en María, una fe fuerte, profunda y verdaderamente adulta.

Festividad del día: Inmaculado corazón de María

Después de la gran fiesta del Corazón de Jesús, fiesta del amor de Dios, celebramos la memoria del corazón de la madre del Señor, la obra privilegiada del Espíritu Santo.


Ayer al celebrar el Sagrado Corazón de Jesús, teníamos bastante más fácil el camino para comprender que el corazón de Cristo es la esencia De Dios: El Amor sin medida. Hoy la pregunta es ¿que celebramos en esta memoria de la Madre del Señor?

Para comprender el sentido profundo de esta fiesta del Inmaculado Corazón de María es necesario recurrir a la Sagrada Escritura, pues en la Biblia el corazón, ni identifica una víscera, ni tiene relación alguna con sentimentalismos, o sentimientos excesivamente edulcorados que no dan testimonio adulto de nuestra fe, porque malentender esta devoción es perder la verdadera dimensión de la misma, un verdadero acto de fe.

En la Biblia, el corazón es el lugar, de la memoria, donde se custodian los recuerdos, los proyectos, las decisiones humanas. El corazón es dado al hombre para pensar (cfr. Eclo 17,6).

El corazón es la fuente de la personalidad, donde la historia de cada persona se encuentra con Dios. Es por eso que es el lugar de la fe. (cfr. Ef 3,17). Cuando se recibe la palabra en el corazón (cfr. Lc 8, 15) se puede vivir en clave evangélica. Amar con todo el corazón o perdonar con todo el corazón, son expresiones bíblicas sobre el corazón humano. Un corazón humano también compartido por el mismo Cristo que se nos presenta como "manso y humilde de corazón", además la presencia del Señor hace que arda el corazón de los que se encuentran con Él.

Así cuando Lucas afirma de María "conservaba todas estas cosas en su corazón", nos presenta a María como modelo de fe, modelo para los creyentes. El Inmaculado Corazón de María nos habla del carácter absoluto de su fe, de su confianza, de su acogida de la voluntad de Dios en lo más íntimo de su ser.


María, bajo el título de su Corazón, nos muestra que la vida cristiana no estriba ante todo en someterse a una ley, asentir a un sistema doctrinal, cumplir un ritual en que se honra a Dios con los labios. Ser cristianos es vivir una relación de acogida, confianza y entrega al Dios vivo; es una adhesión personal a Cristo, Desde ahí se vivirá la obediencia a la voluntad de Dios, se acogerá la enseñanza del Evangelio, se adorará a Dios en espíritu y verdad.


Recuperar la riqueza bíblica que nos muestra esta memoria de la Virgen, nos lleva a una nueva consideración del misterio de María: el corazón de María habla de la profundidad a la que puede llegar la obra del Espíritu, cuando se le abren las puertas del ser, la profundidad de un corazón que reconoce el proyecto salvador de Dios y que lo canta en esa oración privilegiada que rezamos cada día, el Magnifícat. Un corazón que nos abre a una fe madura, adulta y responsable.