sábado, 30 de abril de 2022

Evangelio diario: 30-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún.

Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Habían remado unos veinticinco o o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.




Comentario

Tras la multiplicación de los panes y la “huida” de Jesús cuando le querían hacer rey, Jesús se retiró a la montaña, Él solo. Solo, sin ningún apoyo en el poder, como cualquier persona.

Mientras tanto, los discípulos atraviesan el lago. Están en medio de la oscuridad de una noche tempestuosa y en medio de las olas. Ellos también se encuentran solos. Eso es lo que ellos se imaginan. Porque, durante la travesía, el Señor se acerca a la barca. Soy yo, no temáis. También la escena del evangelio se reflejará alguna vez, no solo en nuestra vida personal, sino en la de la comunidad: la barca puede ser símbolo de nuestra vida o también de la comunidad eclesial.

Como Jesús, tampoco sus discípulos podrán apoyarse en ningún poder político. Su Mesías no se lo ha enseñado ni con sus palabras ni con su ejemplo. En cambio sí le ha dejado una promesa que vale mucho más que cualquier poder temporal: Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Es el mensaje que nos quiere recordar este pasaje que acabamos de leer, leído en este tiempo de Pascua. Al empezar cada día, en la calma o en medio de la tempestad, recordemos siempre que el Señor resucitado está con nosotros. Éste es el sentido profundo de la Eucaristía a la que asistimos.

viernes, 29 de abril de 2022

Evangelio diario: 29-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. 
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».





Comentario

Jesús en un momento de desahogo afectivo ante su Padre, se alegra de que su Padre sea como es, el que revela sus cosas, sus secretos no a los sabios y discretos sino a los pequeñuelos, por los que Jesús siente especial cariño, son sus preferidos.

También nos dice que si queremos conocer a fondo a Dios Padre no tenemos más que ir a Él: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo”. Jesús vino hasta nosotros para aclararnos quién es nuestro Dios. Nos lo dio a conocer no solo con sus palabras, hablándonos de Él, sino también con su vida, como le aseguró a su despistado apóstol Felipe: “Felipe quien me ve a mí ve al Padre”. Los rasgos de Jesús son los rasgos de Dios Padre.

Jesús, que conoce a fondo nuestra vida porque él fue hombre como nosotros, sabe que a veces se nos hace muy cuesta arriba y el cansancio nos invade. Jesús, que viene como siempre en nuestra ayuda, quiere que salgamos victoriosos de nuestros agobios y cansancios. Para ello, nos invita a que sigamos sus pasos “aprended de mí”, que le imitemos, que carguemos con su “blando yugo y su carga ligera”. Su yugo y su carga es siempre el amor… y quien camine con el amor en su corazón, quien se deje guiar por el amor, aunque se encuentre con situaciones dolorosas, el amor las volverá suaves y ligeras. El amor tiene esa capacidad, hasta lo más doloroso y costoso, como puede ser la cruz para Cristo, lo vuelve blando y ligero… porque el amor siempre lleva dentro de sí la alegría, el gozo de hacer lo que hay que hacer en cada instante. 





Santoral: Santa Catalina de Siena - Patrona de Europa



Patrona de Europa y de Italia

Lo asombroso en la vida de esta religiosa italiana, Santa Catalina, que ya era patrona de Italia junto con San Francisco de Asís desde 1939, es que no sabía leer ni escribir. Sus cartas, escritos y su obra "Diálogo sobre la Divina Providencia" tuvo que dictarlas a algunos amanuenses; pero tan ricas de doctrina su contenido, que Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia en 1970. Fue la primera mujer, junto con Santa Teresa de Ávila, en obtener el título de Doctora de la Iglesia Universal, que la Iglesia hasta ahora ha atribuido a solo 33 personas en reconocimiento de sus reflexiones teológicas.

Catalina fue llamada maestra por un número considerable de discípulos, incluidos ilustres profesores universitarios, fue recibida y escuchada por Papas, cardenales y reyes de toda Europa, y fue capaz de ejercer una acción incisiva hasta las más altas autoridades políticas y religiosas de la época. Es en sí mismo un hecho milagroso que una mujer de orígenes humildes pudiera mantener una correspondencia política en el siglo XIV con reyes y cardenales, a quienes se dirigió en un tono de orden firme, sin perder su humildad habitual.

Santa Catalina desempeñó un extraordinario y decisivo papel en la Europa de su tiempo, dividida en la obediencia hasta a tres Papas distintos en el denominado Cisma de Occidente o de Aviñón, con sus valientes intervenciones ante los mismos Pontífices, reyes y pueblo en general, animando a la unidad desechando egoístas intereses.

La historia de Catalina es el de una mujer que ha vivido por la paz entre los pueblos. A pesar de no haber recibido educación, gracias a la fe se encontró con grandes escritores y artistas. Con el tiempo aprendió a escribir y a leer, y se convierte en una “mensajera de paz en el mundo”.


Santa Catalina viaja a Aviñón



El viaje a Aviñón

Los habitantes de Florencia le encomendaron una misión de paz en 1377, cuando fue a Aviñón para encontrarse con el papa Gregorio XI. A pesar de su compromiso y sus sabias palabras, la misión falla y ella se ve obligada a volver a casa. Luego es llamada por el Papa Urbano VI después de la rebelión de una parte de los cardenales que empieza el cisma de Occidente. Pero aquí cae enferma y muere, con solo 33 años.

Será canonizada en 1461 por el Papa Pío II, originario de Siena. En 1939, Pío XII la declaró patrona de Italia junto con San Francisco de Asís. El Papa Juan Pablo II la llamó "Mensajera de la paz" y por esta razón quería que fuera patrona de Europa. También porque en su vida Santa Catalina viajó por todo el continente con el objetivo de instar a la reforma interna y la unidad de la Iglesia junto con la reconciliación entre los Estados.



Las palabras de San Juan Pablo II

El 1 de octubre de 1999, el Papa San Juan Pablo II en la Proclamación de Santa Catalina como patrona de Europa, dijo sobre esta Santa:

“Sus cartas se propagaron por Italia y hasta por Europa entera. En efecto, la joven sienesa entró con paso seguro y palabras ardientes en el corazón de los problemas eclesiales y sociales de su época. Catalina fue incansable en el empeño que puso en la solución de muchos conflictos que laceraban la sociedad de su tiempo. Su obra pacificadora llegó a soberanos europeos como Carlos V de Francia, Carlos de Durazzo, Isabel de Hungría, Luis el Grande de Hungría y de Polonia, y Juana de Nápoles. Fue significativa su actividad para reconciliar Florencia con el Papa. Señalando a los contendientes a «Cristo crucificado y a María dulce», hacía ver que, para una sociedad inspirada en los valores cristianos, nunca podía darse un motivo de contienda tan grave que indujera a recurrir a la razón de las armas en vez de a las armas de la razón.

Catalina, no obstante, sabía bien que no se podía llegar con eficacia a esta conclusión si antes no se forjaban los ánimos con el vigor del Evangelio. De aquí la urgencia de la reforma de las costumbres, que ella proponía a todos sin excepción. A los reyes les recordaba que no podían gobernar como si el reino fuese una «propiedad» suya, sino que, conscientes de tener que rendir cuentas a Dios de la gestión del poder, debían más bien asumir la tarea de mantener en él «la santa y verdadera justicia», haciéndose «padres de los pobres». En efecto, el ejercicio de la soberanía no podía disociarse del de la caridad, que es a la vez alma de la vida personal y de la responsabilidad política.

Con esta misma fuerza se dirigía a los eclesiásticos de todos los rangos para pedir la más rigurosa coherencia en su vida y en su ministerio pastoral. Impresiona el tono libre, vigoroso y tajante con el que amonestaba a sacerdotes, obispos y cardenales. Era preciso, decía,  "arrancar del jardín de la Iglesia las plantas podridas sustituyéndolas con plantas nuevas, frescas y fragantes". La santa sienesa, apoyándose en su intimidad con Cristo, no tenía reparo en señalar con franqueza incluso al Pontífice mismo, al cual amaba tiernamente como «dulce Cristo en la tierra», la voluntad de Dios, que le imponía librarse de los titubeos dictados por la prudencia terrena y por los intereses mundanos para regresar de Aviñón a Roma.

Con igual ardor, Catalina se esforzó después en evitar las divisiones que se produjeron en la elección papal que sucedió a la muerte de Gregorio XI. También en aquel episodio recurrió, una vez más, a las razones irrenunciables de la comunión. Éste era el valor ideal supremo que había inspirado toda su vida”.



Enfermera y mensajera de paz

Podemos decir que las dos grandes obras de Santa Caterina da Siena han sido, por un lado, la de ser enfermera voluntaria entre los débiles, y por el otro, mensajera de paz entre los poderosos: habló con Papas y leprosos, generales y marineros, reinas y amas de casa.

Catalina interpretó la caridad cristiana de una manera practica y concreta, tanto que trabajó en el hospital de Siena diariamente, llevando asistencia y consuelo a los enfermos. Por lo tanto, representa el modelo de enfermera voluntaria por excelencia: llena de caridad, paciencia, energía y fuerza de voluntad. Por esta razón, Catalina fue comparada con una gran figura de nuestro tiempo, la Madre Teresa de Calcuta.

jueves, 28 de abril de 2022

Evangelio diario: 28-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.



Comentario

Todas las expresiones de Jesús a Nicodemo tienen una única finalidad: resaltar que Jesús es el enviado de Dios, el Hijo de Dios, y que tenemos que escuchar sus palabras. No son cualquier palabra, son “las Palabras de Dios”. Están muy por encima de las más sabias palabras de un hombre. “El que viene del cielo está por encima de todos”.

Y lo mejor es que son palabras que nos hablan no de problemas matemáticos, de problemas del espacio o de los océanos, son palabras que giran en torno a nuestra vida humana, que quieren arrojar luz y desentrañar los interrogantes más importantes de nuestra existencia, indicándonos de dónde venimos, hacia dónde vamos y cuáles son las actitudes fundamentales que hemos de adoptar ante todo lo que nos salga en la vida para encontrar el sentido y la felicidad que todos vamos buscando. “Yo soy la luz del mundo el que viene detrás de mí no andará en tinieblas”.

miércoles, 27 de abril de 2022

Evangelio diario: 27-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.



Comentario

Todo lo que hizo Dios fue movido por el amor, no por la malicia, por la vanidad. Todo lo que sale de las manos de Dios es producto del amor, porque Dios es Amor, su esencia, su ser y su actuar es amar.

En el dialogo de Jesús con Nicodemo le recuerda que Dios nos envió a su hijo movido por el amor. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo único”. Y ¿para qué le mandó hasta nosotros? No para condenar, para castigar a los habitantes de la tierra, sino para todo lo contrario para salvarlos a todos “para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.

Esta fue la intención amorosa de Dios con el envío de su hijo Jesús. Pero no quiere salvarnos sin nuestra colaboración. Nos deja libres para aceptar o rechazar su sublime regalo. Ahí está la grandeza y a la vez la tragedia de toda persona. Ejerciendo nuestra libertad podemos aceptar a Jesús, su salvación, la vida plena y eterna, siguiendo los pasos que él nos indica; o podemos ejercer nuestra libertad rechazando su regalo, al mismo Jesús y a todas sus sindicaciones. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.

Somos libres para elegir.

martes, 26 de abril de 2022

Patronos: Nuestra Señora del Buen Consejo - Patrona del Cuerpo Militar de Intervención

Nuestra Señora del Buen Consejo
Catedral de San Esteban -  Shkoder (Albania)

 


Nuestra Señora del Buen Consejo es una advocación mariana de la Iglesia Católica, venerada entre los fieles de la ciudad de Genazzano y la Iglesia universal. Pío IX incluyó en las letanías lauretanas las palabras "Madre del Buen Consejo", en veneración a esta advocación.

Son muchos y todos ellos magníficos y gloriosos, los títulos que la Iglesia da a la Madre de Dios en estas Letanías, pero es particularmente bello el de Madre del Buen Consejo porque:

Obra del eterno consejo, quiere decir que Dios, desde toda la eternidad, pensó en María y la miró con complacencia; la amó con especial afecto y quiso hacer de Ella la Obra Maestra de su Infinito Poder, Sabiduría y Bondad, puesto que desde toda la eternidad la eligió y predestinó para ser la Madre de su Divino Hijo.

Llena de manera singular del don de consejo. El Don de Consejo, don del Espíritu Santo por el cual somos iluminados para conocer y para escoger siempre entre todas las cosas, aquella que mejor sirve para la Gloria de Dios y para nuestra salvación.

De este Don estuvo singularmente llena María Santísima (y de todos los dones y de todas la gracias) por lo que Ella supera incomparablemente a toda la humanidad.

Debemos recurrir a ella para obtener este don y así poder conocer, escoger y hacer siempre lo mejor para Gloria de Dios y bien del alma. Tenemos necesidad del Don de Consejo para defender nuestra Fe, para guardar el gran tesoro de la gracia de Dios, para huir del ambiente anticristiano, de todo el mal que nos rodea.



Historia

Durante el Imperio romano, los patricios y la corte imperial había establecido nuevamente sus dominios en las villas junto a los centros más importantes de la ciudad. Durante el gobierno del papa Marcos, los paganos desaparecieron y se dio la primera edificación de un templo bajo la advocación de la Virgen María, como del Buen Consejo.

Durante muchos siglos el sitio había perdido toda su importancia histórica. En el siglo XIV, el templo fue dado en custodia de la Orden de San Agustín, con el objetivo de brindar la asistencia pastoral a la comunidad y para la debida conservación del edificio. Para la restauración del templo antiguo tomó un papel importante la terciaria agustina Petruccia de Nocera, viuda y dedicada a la oración y a servicios en el Templo. Pidió permiso a los frailes para dar en patrimonio al templo su herencia con la que se restablecería nuevamente la estructura deteriorada.

Según la leyenda, en 1467, durante la fiesta de la Virgen del Buen Consejo se escuchó del cielo una música angelical; un rayo de luz bajó hasta la pared del fondo de la capilla inconclusa, las campanas repicaban, seguido todos los campanarios sonaron al unísono las campanas de Genazzano. La nube se disipó poco a poco, descubriendo la pintura que representa a la Virgen del Buen Consejo con su Hijo en brazos. La noticia de la aparición llegó hasta Roma, el papa Paulo II consideró que debía investigar y estudiar dichos sucesos, ese mismo año se estableció dicha comisión.

Algunos papas de la Iglesia católica le han rendido homenaje a esta advocación. Pío V como exvoto envió un corazón de oro; Urbano VII, en 1630 fue en peregrinación para pedir la ayuda durante una plaga; Inocencio XI, coronó a la imagen. Benedicto XIV aprobó la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Consejo, siendo su primer miembro. Pío XII la escogió como la patrona de su pontificado. Muchos santos y beatos le han rendido mucha veneración.

Evangelio diario: 26-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo.

No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».




Comentario

Dos principalmente son las funciones de la sal: dar sabor a los alimentos y evitar su corrupción. A la hora de predicar y de vivir el evangelio de Jesús hemos de cumplir estos fines de la sal: Debemos ayudar a nuestros hermanos a saborear la vida, a encontrar el sabor y el sentido de nuestra existencia. Debemos evitar que su vida se corrompa, vaya por los senderos contrarios y se encuentren con la tristeza y el vacío.

En esta misma línea debemos ser luz para el mundo y sus habitantes. Pero no con nuestra propia luz, sino con la luz que hemos recibido de Jesús, de su vida, muerte y resurrección. Con harta frecuencia la vida los hombres está rodeada de tinieblas, de no ver claro sobre el sentido de nuestra vida, de no ver claro de cuál debe ser nuestra conducta ante las distintas situaciones de nuestra existencia. Debemos ayudar a nuestros hermanos a ver claro. Les debemos regalar, con nuestras palabras y nuestra vida, la luz que Jesús nos ha regalado. “Yo soy la luz del mundo, quien viene detrás de mío no andará en tinieblas”. 


Santoral: San Isidoro de Sevilla


En el año 615, el rey visigodo Sisebuto está llevando a cabo una durísima campaña militar, naval y terrestre, contra las posiciones romano-bizantinas en Hispania. Malaca, Málaga, acaba de caer en su poder. Los combates son feroces y el ejército y la flota visigodos se van imponiendo a los romanos a costa de un sangriento tributo.

No obstante obtener semejantes triunfos, Sisebuto se lamenta por el derramamiento de sangre y añora los días en que podía dedicarse al estudio de la astronomía, la gramática y la filosofía. De hecho, el rey compone un poema sobre las fases y eclipses de la luna para reconfortar a quienes ven en dichos fenómenos naturales funestos presagios y anima a su amigo, el obispo de Hispalis, Sevilla, Isidoro, a escribir una nueva obra sobre la astronomía y la naturaleza: De Rerum Natura y a proseguir con la redacción de sus monumentales Etimologías en donde debía recogerse y sistematizarse el saber universal.

Lo realmente sorprendente de la estampa anterior no es que se diera en Hispania, sino que solo en ella, de todo el Occidente europeo, podía darse.

Si de verdad queremos entender el hecho extraordinario que significó en la Europa occidental del siglo VII la existencia de soberanos, políticos, eclesiásticos, literatos, etc. como Sisebuto, Isidoro de Sevilla y sus continuadores, esto es, hombres no solo capaces de leer y escribir, sino pertrechados de conocimientos suficientes como para salvaguardar y apreciar el legado de los clásicos y participar en reuniones tales como los Concilios de Toledo en donde eruditos obispos y cultos nobles del Aula regia se reunían para debatir problemas teológicos, de derecho y política, basta con mirar a la Francia merovingia del siglo VII o a la Inglaterra anglosajona del mismo periodo y constatar como allí los reyes letrados o no existían, en el caso de Inglaterra, o bien comienzan a ser anécdota hasta desaparecer y pasar a ser cosa normal que los soberanos ni siquiera pudieran escribir su propio nombre, como es el caso de la Francia merovingia. Y es que, en la Hispania de fines del siglo VI y del siglo VII la corte visigoda, tenía más en común con la corte imperial bizantina que con la merovingia.

Esta singularidad hispana es algo valioso ha destacar, la “densidad” de hombres doctos y el resurgimiento de las letras latinas en la Hispania visigoda del siglo VII es de una fuerza sin parangón en el Occidente de la época.

Ahora bien, el súbito y rutilante despertar cultural hispano fue en buena medida propiciado e impulsado por una gran figura de genio e intelecto desmesurados: Isidoro de Sevilla. 

Isidoro de Sevilla, transmisor del saber

A comienzos del siglo VII Hispania se estaba conformando como idea que concretaba y conformaba al Regnum Gothorum del que ya no era sino sinónimo.

En efecto, para San Isidoro ya no existían dos pueblos, sino un solo pueblo de gran fortaleza política y militar fruto de la fusión del romano y el visigodo.

Esa idea, quedó expresada en los textos de los concilios toledanos, siglos VI y VII, y muy particularmente en el trascendental IV Concilio de Toledo de 633 en cuyo Canon LXXV se acude a la expresión “Spaniae Populi,” esto es, “Pueblos de Hispania”, para definir al sujeto político sobre el que gobierna el rey de los godos y que es representado ante el monarca por los obispos y nobles de la asamblea conciliar.

De hecho, Isidoro definió perfectamente en su Laus Hispaniae esa nueva idea, esa nueva identidad que construían y sumaban entre sí, godos e hispanorromanos. La propia vida de Isidoro era una suerte de ejemplo vital de dicho proceso.

En efecto, nacido probablemente en Hispalis, Sevilla, hacia 556, sus padres, Severiano y Turtur, habían abandonado su ciudad natal, Cartago Espartaria, Cartagena, en 554, para no quedar bajo la administración del restaurado poder romano en la Hispania suroriental propiciada por la Recuperatio hispana de Justiniano en 552. Esto, que hispanorromanos de alcurnia prefirieran vivir bajo dominio godo antes que romano/bizantino, era ya toda una señal de que algo estaba cambiando.

La familia de Isidoro, con sus tres destacados hermanos mayores –Leandro, Fulgencio y Florentia– iba a ser una de las más influyentes en el nuevo “Reino de Hispania”, que el implacable y genial Leovigildo y su templado e inteligente hijo, Recaredo, estaban forjando en el extremo Occidente.

Hacia el año 599 sucedió a su hermano Leandro en la silla episcopal de Hispalis, Sevilla, en aquel momento una de las ciudades más pujantes, ricas y pobladas de la Península e influyó notablemente sobre reyes como Sisebuto, 612-621, Suintila, 621-631 y Sisenando, 631-636, en momentos en que el reino alcanzaba su apogeo político, militar y cultural.

Su capacidad e influencia política se manifestaron en el IV Concilio de Toledo de diciembre de 633 en cuyo Canon LXXV se definen las obligaciones del rey hacia el pueblo y del pueblo hacia el rey y en donde este último queda sometido a la ley y a la moral imperantes. Quedando la monarquía sujeta a la asamblea conciliar de nobles y obispos que, en representación de Spaniae populi, “De los pueblos de Hispania” elegía al soberano y, llegado el caso, podía juzgarlo y deponerlo.

Isidoro de Sevilla, de hecho, definió perfectamente cuales debían ser las virtudes del buen rey y con ello y gracias a su poderosa influencia en la Europa medieval, condicionó la imagen de príncipe que se tendría en Occidente durante los siguientes ochocientos años. Así, en sus Etimologías nos dice a propósito de los reyes y de su poder:
«El término Rey deriva de regir del mismo modo en que sacerdote deriva de sacrificar. No rige el que no corrige. El nombre de Rey se posee cuando se obra rectamente, y se pierde cuando se obra mal. De aquí aquel proverbio que corría entre los antiguos: serás Rey si obras con rectitud».

Pero ante todo, Isidoro fue un faro cultural. Amigo del cultísimo rey Sisebuto (612-621), emprendió por instigación de este último una serie de obras casi hercúleas: las Etimologías, toda una “enciclopedia” o compendio del saber que griegos y romanos habían legado al Mundo; La Historia de los godos, vándalos y suevos y la poco apreciada, pero sorprendente y desconocida, Crónica universal. No fueron sus únicas obras. Por el contrario, estas se contaron por docenas y se ocuparon de temas diversos que fueron de la filosofía y la teología a la exégesis bíblica, la música, las matemáticas, la numerología, la hidráulica, el derecho, la astronomía, etc.

Poseedor de una abundantísima biblioteca en la que se hallaban obras hoy perdidas para nosotros, sus conocimientos y, más aún, su actitud ante el saber y su concepto universal del mismo, hicieron de él un puente entre la antigüedad clásica y la Edad Media. Mientras que su gusto por la sistematización del saber de los antiguos y su capacidad de sumarlo con total naturalidad y acierto al nuevo contexto cultural que ya anunciaba el medievo, lo convirtieron en uno de los grandes maestros de Europa.

Isidoro, ante el saber, no adopta un papel pasivo, de mero transmisor, sino que se interroga sobre su función y propósito. Sus reflexiones sobre la historia, la gramática, la música, la política o el buen gobierno, etc. están llenas de buen sentido y de una honda reflexión que preludia al humanismo en cuanto que aspira a una comprensión plena e integrada del hombre y de la naturaleza como creaciones y por ende, como proyecciones, de la Divinidad.

Es difícil lograr trasmitir hasta qué punto Isidoro de Sevilla influyó en los hombres doctos de la Europa medieval. Los monasterios y escuelas catedralicias de todo el Occidente contaron con sus obras y hallaron en ellas una parte sustancial de su erudición y, a través de ella, de su concepción del Mundo. Pero aunque fueron muchas las obras de Isidoro que condicionaron el pensamiento europeo durante siglos y siglos, lo cierto es que es en sus Etimologías en donde hallamos el mayor motivo de asombro y la suma de sus virtudes intelectuales. Pues sin duda, las Etimologías de Isidoro de Sevilla son la más fascinante obra escrita en Europa entre el 400 y el 1200.


Una obra para la posteridad

Las Etimologías no son una mera “enciclopedia,” sino toda una reflexión sobre el saber de los antiguos griegos y romanos y de su síntesis con la literatura hebrea y la nueva civilización cristiana. Isidoro no solo recogió y sintetizó buena parte de los conocimientos del mundo clásico, sino que los adaptó al nuevo mundo surgido de la caída del Occidente romano, haciendo así comprensible ese saber para el hombre medieval y de paso, y por ende, salvándolo en buena medida.

Los veinte libros que componen las Etimologías son una muestra apabullante del saber del que se podía disponer en la Hispania visigoda del siglo VII. Europa entera, la Europa de los siglos VII a XV, se formó en buena medida con la lectura de estos veinte libros de las Etimologías.

En ellos podemos encontrar disciplinas, saberes y temas tan variados como la gramática, la retórica y la dialéctica, la aritmética, la música, la geometría y la astronomía, la medicina, el derecho, la cronología, las Sagradas Escrituras, los ciclos del tiempo, las bibliotecas y los libros, las fiestas y los principales oficios, la naturaleza de Dios, de los ángeles, de los santos padres, la jerarquía y organización de la iglesia, la sinagoga y el judaísmo, la vida y obra de los más célebres filósofos, herejes y poetas, el estudio de las otras religiones, las noticias sobre los pueblos de otras tierras, sobre sus lenguas, instituciones, costumbres y las relaciones que se tenía con ellos o de donde provenía el conocimiento que de ellos se tenía, el estudio de los nombres, la anatomía del ser humano, sus malformaciones y los fenómenos a él ligados, los animales, tanto los familiares y cercanos, como los exóticos y casi fabulosos, los elementos que componían el universo y la materia, los mares, ríos y diluvios, la geografía, los tipos y elementos de los asentamientos urbanos y rurales: las ciudades, villas, aldeas, etc., las formas de comunicación que podían emplearse, los pesos y medidas, los minerales y los metales, la agricultura, la guerra: armas, táctica, etc., los espectáculos y juegos, los distintos tipos de embarcaciones, la pesca, los edificios y las vestimentas, los alimentos y bebidas, el ajuar doméstico, las herramientas…

Ese afán totalizador y universalista de Isidoro de Sevilla se advierte también en su Crónica universal, en donde, con pasmosa naturalidad, hibrida las tradiciones y mitos grecorromanos, babilónicos y hebreos con la historia romana y con la nueva cultura cristiana.

Pero sin duda, su obra más influyente durante los siguientes ocho siglos que transcurrieron tras su muerte fueron sus Sententiae, “Sentencias”, obra de carácter reflexivo y moral en donde aborda temas como el objeto y razón del poder de los príncipes y que marcó toda una concepción del buen gobierno en la Europa medieval.

Idea que también quedó reflejada en el IV Concilio de Toledo al que ya hemos hecho referencia más arriba, así como en sus Etimologías y en la que la ley quedaba como referente y regidora máxima a la cual hasta el rey debía someterse aunque él mismo la hubiera promulgado. El poder del rey se sacralizaba en cuanto no era sino una suerte de responsabilidad que Dios le otorgaba en cuanto Vicarius Dei, esto es, intermediario entre Dios y el pueblo o, siguiendo una imagen bíblica, en cuanto “pastor” de su pueblo. Pero a la par, ese “encargo” divino permitía a los súbditos exigir al rey buen gobierno, respeto a las leyes y mesura.

La influencia de Isidoro fue enorme en su propio tiempo y trascendental en los siglos que siguieron. Pronto se copiaron sus obras en Irlanda en donde en el siglo VIII era uno de los autores más leídos y la autoridad máxima en cuestiones tan variadas como geografía, gramática, astronomía, etc. Sus obras fueron también muy pronto recibidas y copiadas en la Inglaterra anglosajona, en el norte de Francia, en Italia… Y, por supuesto, tuvieron poderoso eco en los reinos cristianos y en el al-Ándalus hispanos.

En suma, se puede afirmar que lo que podemos llamar “Renacimiento isidoriano” fue una de las bases fundamentales del posterior y más conocido Renacimiento carolingio. Y que el gran florecimiento cultural experimentado por Europa durante los siglos XII al XIV tuvo también una de sus raíces fundamentales en el legado de Isidoro de Sevilla.

lunes, 25 de abril de 2022

Santoral: San Marcos Evangelista















El evangelista Marcos nació en una familia hebrea acomodada. De él sabemos solamente lo que narran los Hechos de los Apóstoles y algunas cartas de los santos Pedro y Pablo. No fue discípulo de Jesús, aunque algún estudioso lo identifica con el muchacho, hijo de la viuda María, que siguió a Jesús después del arresto en el huerto de Getsemaní.

Marcos colaboró con el Apóstol Pablo, a quien conoció en Jerusalén. Viajó con él a Chipre y, más tarde, a Roma. En el año 66, san Pablo escribe a Timoteo desde una cárcel romana: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio” (2Tm 4,11).


San Marcos en Roma y otros viajes

No se sabe si Marcos llegó a Roma a tiempo para asistir al martirio de Pablo, pero lo cierto es que en la capital del Imperio se puso al servicio de Pedro. La Basílica romana de San Marcos, en el centro histórico, testimonia su presencia: se dice que fue erigida en el lugar en el que estaba la casa en la que vivió el evangelista

San Pedro cita a menudo el nombre de Marcos. En su primera Carta, por ejemplo, leemos: “La iglesia en Babilonia, que ha sido elegida como vosotros, os saluda, lo mismo que mi hijo Marcos” (1Pt 5,13). Aparece también en los Hechos de los Apóstoles (12,12), después de que Pedro fuera liberado milagrosamente de la prisión: “Al advertir lo que le había sucedido, se dirigió a la casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, donde un grupo numeroso se hallaba reunido en oración”.

Después de la muerte de Pedro, se pierde la pista de Marcos. Una antigua tradición lo sitúa en Egipto como evangelizador y fundador de la Iglesia en Alejandría. Otra, refiere que antes de ir a Egipto viajó a Aquileia (en el norte de Italia) para ocuparse de la evangelización de la zona nordeste del Imperio. Allí convirtió a Ergamora, que fue el primer obispo de la ciudad. Tras salir de Aquileia, parece que, a causa de una tempestad, llegó a las islas Rialtinas, núcleo originario de la futura ciudad de Venecia. Allí soñó con un ángel que le prometió que en esa tierra dormiría en espera del último día.


El testimonio supremo de San Marcos

El evangelista Marcos murió probablemente entre los años 68 y 72, en Alejandría de Egipto. En las Actas de Marco (del siglo IV) está escrito que un 24 de abril los paganos lo arrastraron por las calles de Alejandría, atado con cuerdas por el cuello, y luego lo arrojaron a la cárcel. Allí fue confortado por un ángel. Al día siguiente sufrió el mismo tormento, y murió. Su cuerpo había sido destinado a las llamas, pero fue salvado por los fieles y sepultado en una gruta.

Desde allí fue trasladado, en el siglo V, a una iglesia. Según una leyenda, en el año 828, ante la amenaza de los árabes, dos mercaderes venecianos llevaron el cuerpo a su ciudad; y allí permanece sepultado en la Basílica dedicada a él. Algunas reliquias suyas se conservan también en El Cairo (Egipto), en la catedral de San Marcos, sede del Patriarca Copto Ortodoxo.


El Evangelio de Marcos

Marcos es considerado como “el taquígrafo” de san Pedro. Su Evangelio fue escrito entre los años 50 y 60. Según la tradición, transcribió la predicación de Pedro, dirigida principalmente a los primeros cristianos de Roma, sin elaborarla o adaptarla a un esquema personal. Por eso, su Evangelio posee gran vivacidad y claridad. Escribió en griego, la lengua más hablada en aquellos tiempos, con el objetivo de demostrar el poder de Jesucristo, Hijo de Dios, que se manifestó en numerosos milagros.

Las palabras del Evangelio de Marcos “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” indican claramente, según el Papa Francisco, qué quiere Jesús de sus discípulos.


Marcos, patrón de Venecia

San Marcos fue elegido como patrón principal de Venecia en el año 1071. A lo largo de los siglos, la ciudad permaneció indisolublemente ligada a su persona, hasta el punto de que el símbolo del evangelista, el león alado, se convirtió en el símbolo de la ciudad.

San Marcos es también patrón de los notarios, los vidrieros y los ópticos. Es venerado como santo por varias iglesias cristianas, además de la católica, entre ellas la Ortodoxa y la Copta, que lo considera su patriarca.

Evangelio diario: 25-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. 
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. 
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.



Comentario

El texto es el final del Evangelio de San Marcos. Jesús se aparece a los once que, previamente, han hecho caso omiso de los testimonios de María Magdalena y otros discípulos que ya lo habían visto resucitado. Tras recriminarles su falta de fe, los envía a predicar: “El que crea y bautice, se salvará”. La Misión implica la Gracia y el asentimiento personal. Las dos. El encuentro con Cristo implica toda la vida del discípulo y se manifiesta en signos concretos de amor, en auténticos milagros que evidencian la gracia que les alimenta.

Este es el sentido profundo de la Pascua. Cristo está Vivo, con ellos y en ellos merced a la Gracia que se hará tangible de manera extraordinaria en el acontecimiento de Pentecostés. Por ello la Resurrección es no solo de Cristo, sino también nuestra. Es una Fe que llama a una esperanza, a un sentido nuevo y radical de la vida de los hombres.

Pero, junto al Acontecimiento, la Pascua implica la Misión. Todo cristiano, por el hecho de serlo, es un apóstol que predica en su vida la Vida. Esta es la Luz Pascual que alumbra un mundo oscuro y sin sentidos que merezcan la pena.

Apoya nuestra labor de ayuda a las familias más afectadas

Situación actual de la crisis

Han pasado dos años desde que, en marzo de 2020, el Gobierno de la Nación declarase el estado de alarma para combatir el impacto de la pandemia del Covid-19. 

En aquellos momentos las previsiones emitidas tanto por organismos internacionales, el propio Fondo Monetario Internacional o la Unión europea, como por los propios expertos nacionales indicaban que se podrían producir situaciones de necesidad incluso más profundas que aquellas que originó la crisis de 2008.

Ante esa situación, el Presidente de Cáritas Castrense y Arzobispo Castrense don Juan del Rio, fallecido a consecuencia del Covid-19 (q.e.p.d.), encomendó a Cáritas Castrense la misión de crear un fondo de emergencia con el fin de paliar las necesidades que se produjeran.

Cáritas Castrense, organismo oficial del Arzobispado Castrense de España constituido para promover la acción caritativa y social, inició todas las acciones necesarias para llevar a cabo la iniciativa lo antes posible, pudiendo así comenzar con las primeras ayudas en el mes de junio del 2020. 

En los momentos actuales a los efectos derivados de la “no concluida” crisis sanitaria se han sumado los de la crisis económica y social que se predecían .

Por todo ello las necesidades que llevaron a la creación del “Granero de José” no han finalizado y ahora son indispensables para muchas personas.

Damos las GRACIAS a todas las personas, organismos e instituciones que desde entonces están colaborando con esta campaña.


“Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan”

 (Gn, 41, 53ss)







Queridos hermanos y amigos.

Durante los últimos meses hemos visto como nuestras vidas se transformaban para enfrentarnos al COVID-19 y sus trágicas consecuencias, no solo sanitarias, sino también sociales y económicas, cambiando nuestras costumbres cotidianas.

Todos conocemos el caso de un ser querido y cercano que ha sucumbido ante las perniciosas consecuencias de la pandemia, pérdidas irreparables que nos han atormentado y creado un gran dolor al que enfrentamos nuestra oración y el saber que a todos nos llegará la resurrección ante nuestro Señor.

Las familias han sufrido la desgarradora muerte de algún ser querido, amigo o conocido. Pero el drama también se ha plasmado en el día a día cuando los puestos de trabajo han desaparecido o han sufrido una merma notable de los ingresos provocando un gran quebranto en los hogares.

Para enfrentar esas necesidades nació “El Granero de José” que gestiona Cáritas Castrense con el objetivo de paliar las penurias de los más necesitados en aspectos como la vivienda, la sanidad, la educación y los suministros del hogar. Esenciales para mantener el nivel de vida de las familias y su dignidad, elemento esencial para que una persona de sienta en plenitud.

Desde el inicio “El Granero de José” fue diseñado para que no existieran trabas burocráticas y que su gestión fuese prácticamente automática desde la petición de ayuda que la inician los capellanes castrenses.

Desde está página os animo a todos a llenar este “Granero de José” para poder repartir entre quien lo necesita y ejercer con generosidad la caridad hacia el prójimo.

Muchas gracias por vuestra colaboración, Dios os lo pague.

Carlos Jesús Montes Herreros
Ordinario Castrense de España



Necesitamos tu apoyo urgente


Con el referente de la figura de José en Egipto, se creará un “granero” (Cf. Génesis 41, 56) que, a modo de fondo de emergencia, constituido por los donativos de personas físicas o jurídicas, permita paliar con inmediatez las necesidades más básicas generadas por la crisis del Covid-19.



Se pondrá especial atención en cubrir necesidades como:
• Alimentación 
• Medicina 
• Vivienda y suministros servicios (agua; luz; gas etc.)
• Académicos/escolarización
• Cualquier otra actividad que tienda a cubrir necesidades básicas.

Ayudar y alentar a las CPC, extendidas por el territorio nacional y al resto de capellanes que no tienen CPC en sus unidades, bases o acuartelamientos en la consecución de los mismos fines anteriormente mencionados.



Gracias por apoyarnos en esta campaña en pro de los más desfavorecidos

domingo, 24 de abril de 2022

Domingo II de Pascua - Domingo de la Misericordia

La incredulidad de Tomás - Caravaggio 1602
Palacio de Sanssouci - Postdam (Alemania)


Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16


Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que al pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno.Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.



Salmo 117

R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Señor, danos la salvación,
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

R. / Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.




Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, 
en el reino y en la esperanza en Jesús, 
esaba desterrado en la isla de Patmos, 
por haber predicado la palabra de Dios 
y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis
y oí a mis espaldas una voz potente,
como una trompeta, que decía: 
Lo que veas escríbelo en un libro, 
y envíaselo a las siete iglesias de Asia.
Me volví a ver quién me hablaba, 
y al volverme, vi siete lámparas de oro, 
y en medio de ellas una figura humana, 
vestida de larga túnica 
con un cinturón de oro a la altura del pecho.

Al verla, caí a sus pies como muerto.
El puso la mano derecha sobre mí y dijo: 
–No temas, Yo soy el primero y el último, 
yo soy el que vive.
Estaba muerto, y ya ves,
vivo por los siglos de los siglos; 
y tengo las llaves de la Muerte y del Infierno.
Escribe, pues, lo que veas, 
lo que está sucediendo 
y lo que ha de suceder más tarde.




Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos.

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
–Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
–Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
–Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
–Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
–¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
–¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.



Comentario

No nos puede sorprender que la Iglesia nos proponga la lectura de este Evangelio en el domingo de la Octava de Pascua. En él se nos explica la “relación” entre los discípulos y el Resucitado en dos apariciones. La primera tiene lugar “al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana” cuando sólo diez de los discípulos, asustados y encerrados, son testigos de la aparición de Cristo y reciben de Él el Espíritu Santo. De la misma manera en el momento de la creación “Yahvé formó al hombre con el polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento de vida”.

El encuentro con el Resucitado es siempre una nueva creación para el hombre por medio del Espíritu Santo. Y es a través de ese Espíritu Santo que la Iglesia recibe el ministerio de perdonar los pecados como nos recuerda el Evangelio de hoy.

La segunda aparición se realiza al cabo de ocho días, una semana más tarde, cuando los discípulos se reúnen de nuevo en el mismo lugar. Entre ellos esta vez también se encuentra Tomás, a diferencia de la vez anterior. Éste había desaparecido en el momento crucial, pero era el mismo que en la pasión de Jesús animaba a los otros discípulos para mostrar su solidaridad con el Maestro: “vayamos también nosotros a morir con Él”.

Estos dos días, el primero y el octavo, son el testimonio de que ya desde el principio los cristianos se reunían regularmente para encontrarse con el Señor Resucitado. De hecho el encuentro con el Resucitado no se da fácilmente en la soledad ni un solo día al año adornados con nuestras “mejores galas”. El encuentro con Cristo pasa por el testimonio de los Apóstoles y la comunión con la Iglesia que los tiene como fundamentos. Ni si quiera Tomás, que con tanta radicalidad le siguió en vida, se escapa a esta regla. El gran contacto con Cristo resucitado, incluso el tangible, puede ser experimentado con aquellos que se encuentran “congregados en un mismo Espíritu”. Y no se trata de ningún tipo de “solidaridad de clase”, sino de experiencia de la Iglesia, una Iglesia que no siempre puede ser perfecta pero que hace tangible en ella las llagas del Resucitado para suscitar la fe.

El problema de Tomás no es la duda de si Jesús se apareció o no, sino si sus compañeros apóstoles dicen la vedad o no, si en verdad han visto el Resucitado. El problema es fiarse de los hermanos. Muchas veces nuestro problema es más cercano al de Tomás de lo que podemos pensar; el problema es si reposamos o no nuestra fe sobre el testimonio apostólico de la Iglesia. Porque a través de él se nos ha transmitido el Resucitado. Quizás por esto Jesús hace inmediatamente la afirmación por primera vez en el Evangelio de “Bienaventurados los que creyeron sin ver”.

En la tradición de la Iglesia el octavo día es considerado otra vez como el primero, es como volver al principio, es como volver al paraíso. No sin razón por ello, ya en los tiempos antiguos, los nuevos bautizados en la noche de Pascua que eran revestidos con túnicas blancas las llevaban durante toda la semana, para experimentar en ellos la nueva creación, su nuevo renacer en Cristo por el agua y el Espíritu, su renacer a la verdad que los Apóstoles les habían retransmitido. Por ello este domingo es llamado domingo “in Albis” (en blanco) y es también para nosotros el comienzo de un nuevo viaje al paraíso…

sábado, 23 de abril de 2022

Sábado de la Octava de Pascua - 23-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.

También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».




Comentario

Tomar el relevo de Jesús no es fácil y origina incertidumbres. Imaginemos un atleta corriendo al frente del grupo y portando el testigo; llegado un punto del recorrido, será otro atleta el que siga corriendo en el lugar del otro, haciendo de todas las carreras una sola. Para que se dé esta unidad en la carrera y el equipo sea «un solo corredor», hay que entregar el testigo dando fe de que la sustitución se ha hecho de manera correcta. Todo el recorrido es un gesto de confianza en el otro.

Jesús, resucitado el primer día de la semana –dando un nuevo sentido a la vida que nace-, es el primer corredor confiado -en el Padre y en aquellos que le fueron encomendados- en la predicación del Evangelio y, por tres veces, tiene que entregar el testigo. Según el relato de Marcos, Jesús anuncia a María Magdalena que no está muerto, que ha resucitado, que vaya y se lo diga a sus compañeros; ante la actitud incrédula de éstos, el testigo cae al suelo. Después se aparece a otros dos compañeros y sucede lo mismo: la fe coge el testigo, la incredulidad lo deja caer. Por último, el mensaje se lo da directamente Jesús a los Once, a la vez que los reprende por su incredulidad y dureza de corazón. Esta vez no cae el testigo al suelo, sino que es asido con fuerza continuando la carrera: la predicación del Evangelio por todo el mundo a toda la creación.

En el relato hay un detalle que despierta la atención. El testigo -¡Jesús ha resucitado!- no cae al suelo cuando está presente la dimensión eucarística: los Once estaban a la mesa; seguramente, compartiendo el pan y el vino como en la última cena. Y es que en la Eucaristía es donde encontramos a Cristo, real y presente, renovándonos el testigo de la predicación.

Hoy, igual que ayer y mañana, acercarnos a la Eucaristía nos capacita para poder reconocer a Cristo resucitado, recoger su testigo y anunciar el Evangelio. Nos encontraremos limitaciones -propias y ajenas- y habremos de pasarlas predicando el Nombre de Jesús, quien nos escucha y salva.