lunes, 28 de febrero de 2022

Evangelio diario: 28-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: 
-«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: 
-«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: 
-«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: 
-«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: 
-«¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! »
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: 
-«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: 
-«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: 
-«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»




Comentario

Es un joven, un perfecto judío, quien se acerca Jesús. Cumple fielmente todos los mandamientos desde niño, entra dentro de los estándares de los fieles judíos practicantes, pero no encuentra seguridad en su salvación final. A este joven le preocupa su propia seguridad de salvación. Sabe que cumple todas las normas religiosas desde siempre, pero le falta seguridad, le falta fe. Quiere “comprar” la seguridad de la salvación y puede que esté dispuesto a pagar por ella, pero Jesús pide un precio excesivo, ¡le pide todo!

Es realmente difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. No importa el nivel de su riqueza, no es necesario que sea cuantiosa, sino que tengamos el corazón firmemente agarrado a ella y nos cueste compartirla. Los ricos echan en el cepillo del templo grandes cantidades mientras la pobre viuda solamente echa unos céntimos, sin embargo Jesús alabará a esta pobre mujer porque comparte todo lo que tiene, mientras los ricos, prestos a grandes donativos, siempre van a dar lo que les sobra, no lo que necesitan los demás. Tienen su corazón donde está lo importante para sus vidas, y lo importante no son los prójimos, sino los propios bienes, la propia seguridad.

Muchos tenemos una riqueza, puede que muy pequeña, pero que nos impide ser generosos, que nos ata con esas cuerdas invisibles que nos obligan a estar sometidos a ella. Cierto será difícil que nos salvemos por nuestros propios medios o méritos, pero esto lo sabemos todos: no somos nosotros los que nos salvamos, sino Dios quien nos salva. Es él quien nos regala la salvación. Es él quien nos conduce de la mano a su reino, y lo hace gratuitamente y solo nos pide a cambio que confiemos en él, creamos en él y seamos felices. Si vamos asidos a la mano de Dios, si no nos soltamos, viviremos felices porque el Reino de Dios ya estará en nosotros, y la riqueza dejará de tener alguna importancia para nosotros y no nos costará desprendernos de ella.

Comienza el tiempo de Cuaresma (Miércoles 2 de Marzo de 2022) - Se interrumpe el Tiempo Ordinario



TIEMPO DE CUARESMA

Introducción al tiempo de Cuaresma

Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (nn. 124-125)

La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6,1-6.16-18).

En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el «sacramento de los cuarenta días» y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.

El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios.

Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

A partir de este día el color litúrgico usado es el morado.


Con la celebración del Miércoles de Ceniza, comenzamos la Cuaresma, cuarenta días de preparación para la renovación de las promesas bautismales en Pascua de Resurrección, mediante la oración, la limosna y el ayuno.

Estas prácticas penitenciales debemos hacerlas en lo secreto: «Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Cf. Mt 6, 1-6). Pero para encontrarles ese sentido penitencial, antes tenemos que reconocer que somos pecadores: «Misericordia, Señor, hemos pecado» (Salmo 50) y que necesitamos en este tiempo de gracia dejarnos reconciliar con Dios (2 Cor 5, 20).

El mejor medio será celebrar el sacramento de la penitencia, en el que expresamos que nuestra conversión no es puramente exterior, sino que de verdad queremos rasgar nuestros corazones arrepentidos (Jl 2, 12-18).

Apoya nuestra labor de ayuda a las familias más afectadas

Situación actual de la crisis

Han pasado dos años desde que, en marzo de 2020, el Gobierno de la Nación declarase el estado de alarma para combatir el impacto de la pandemia del Covid-19. 

En aquellos momentos las previsiones emitidas tanto por organismos internacionales, el propio Fondo Monetario Internacional o la Unión europea, como por los propios expertos nacionales indicaban que se podrían producir situaciones de necesidad incluso más profundas que aquellas que originó la crisis de 2008.

Ante esa situación, el Presidente de Cáritas Castrense y Arzobispo Castrense don Juan del Rio, fallecido a consecuencia del Covid-19 (q.e.p.d.), encomendó a Cáritas Castrense la misión de crear un fondo de emergencia con el fin de paliar las necesidades que se produjeran.

Cáritas Castrense, organismo oficial del Arzobispado Castrense de España constituido para promover la acción caritativa y social, inició todas las acciones necesarias para llevar a cabo la iniciativa lo antes posible, pudiendo así comenzar con las primeras ayudas en el mes de junio del 2020. 

En los momentos actuales a los efectos derivados de la “no concluida” crisis sanitaria se han sumado los de la crisis económica y social que se predecían .

Por todo ello las necesidades que llevaron a la creación del “Granero de José” no han finalizado y ahora son indispensables para muchas personas.

Damos las GRACIAS a todas las personas, organismos e instituciones que desde entonces están colaborando con esta campaña.


“Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan”

 (Gn, 41, 53ss)







Queridos hermanos y amigos.

Durante los últimos meses hemos visto como nuestras vidas se transformaban para enfrentarnos al COVID-19 y sus trágicas consecuencias, no solo sanitarias, sino también sociales y económicas, cambiando nuestras costumbres cotidianas.

Todos conocemos el caso de un ser querido y cercano que ha sucumbido ante las perniciosas consecuencias de la pandemia, pérdidas irreparables que nos han atormentado y creado un gran dolor al que enfrentamos nuestra oración y el saber que a todos nos llegará la resurrección ante nuestro Señor.

Las familias han sufrido la desgarradora muerte de algún ser querido, amigo o conocido. Pero el drama también se ha plasmado en el día a día cuando los puestos de trabajo han desaparecido o han sufrido una merma notable de los ingresos provocando un gran quebranto en los hogares.

Para enfrentar esas necesidades nació “El Granero de José” que gestiona Cáritas Castrense con el objetivo de paliar las penurias de los más necesitados en aspectos como la vivienda, la sanidad, la educación y los suministros del hogar. Esenciales para mantener el nivel de vida de las familias y su dignidad, elemento esencial para que una persona de sienta en plenitud.

Desde el inicio “El Granero de José” fue diseñado para que no existieran trabas burocráticas y que su gestión fuese prácticamente automática desde la petición de ayuda que la inician los capellanes castrenses.

Desde está página os animo a todos a llenar este “Granero de José” para poder repartir entre quien lo necesita y ejercer con generosidad la caridad hacia el prójimo.

Muchas gracias por vuestra colaboración, Dios os lo pague.

Carlos Jesús Montes Herreros
Ordinario Castrense de España



Necesitamos tu apoyo urgente


Con el referente de la figura de José en Egipto, se creará un “granero” (Cf. Génesis 41, 56) que, a modo de fondo de emergencia, constituido por los donativos de personas físicas o jurídicas, permita paliar con inmediatez las necesidades más básicas generadas por la crisis del Covid-19.



Se pondrá especial atención en cubrir necesidades como:
• Alimentación 
• Medicina 
• Vivienda y suministros servicios (agua; luz; gas etc.)
• Académicos/escolarización
• Cualquier otra actividad que tienda a cubrir necesidades básicas.

Ayudar y alentar a las CPC, extendidas por el territorio nacional y al resto de capellanes que no tienen CPC en sus unidades, bases o acuartelamientos en la consecución de los mismos fines anteriormente mencionados.



Gracias por apoyarnos en esta campaña en pro de los más desfavorecidos

domingo, 27 de febrero de 2022

Domingo VIII del Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico 27, 4-7


Cuando se agita la criba, quedan los desechos;
así, cuando la persona habla,
se descubren sus defectos.
El horno prueba las vasijas del alfarero,
y la persona es probada en su conversación.
El fruto revela el cultivo del árbol,
así la palabra revela el corazón de la persona.
No elogies a nadie antes de oírlo hablar,
porque ahí es donde se prueba una persona.




Salmo 91

R/. Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.




Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-58


Hermanos: 
Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».
El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.

¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.

Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.





Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-45

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. 
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. 
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».





Comentario

En cierta ocasión, Jesús dijo que «no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de saberse» (Mt 10,26). De esto nos hablan –entre otras cosas– las lecturas que hemos escuchado. En tiempos de Jesús, como en la actualidad, la apariencia era muy importante. Pero la apariencia no es más que una careta que nos ponemos para ocultar lo que realmente somos.

Quizás, esa careta nos la ponemos cuando entramos en la oficina para trabajar, cuando nos juntamos con nuestros amigos para pasar la tarde o cuando acudimos a Misa los domingos por la mañana. Y al regresar a la intimidad de nuestro hogar nos la quitamos, y entonces volvemos a ser nosotros mismos. Es decir, la careta no es más que un engaño. Y éste, antes o después, acaba siendo descubierto.

Todos conocemos a personas muy preocupadas en perfeccionar su apariencia para dar una mejor imagen, intentando que no se note el engaño. Pero no sólo caen en esta tentación algunos políticos y personajes públicos: nosotros mismos también estamos tentados a hacerlo. Es decir, en lugar de esforzarnos en mejorar interiormente para ofrecer a los demás lo mejor de nosotros mismos, a veces, quizás, dedicamos ese esfuerzo en mejorar exteriormente, para así aparentar ser buenas personas.

Jesús sabía que eso era algo muy normal entre los personajes más prominentes de su época, tanto a nivel político como a nivel social y religioso. Y no quería que sus discípulos siguieran ese camino de falsedad. Quería que ellos fueran realmente buenas personas, sabias y caritativas, no que lo aparentaran. Deseaba eso no sólo porque lo oculto acaba conociéndose en algún momento, sino, sobre todo, porque quería que fueran auténticos santos que viviesen el Reino de Dios y lo difundiesen por el mundo.

Pensemos que para vivir el Reino de Dios no valen nada las apariencias, por muy sofisticadas que sean. De nada sirve aparentar que se ama si se quiere vivir aquí y ahora, realmente, en el amor.

Pues bien, Jesús veía cómo Judas Iscariote a veces actuaba como si estuviese por encima de Él, es decir, por encima de su Maestro, llegando incluso a venderle al Sanedrín (cf. Mt 26,14-16). Y san Pedro pretendió corregirle, como pasó yendo de camino a Jerusalén, cuando le dijo a Jesús que no fuera allí porque le iban a matar. Y entonces Jesús se vio obligado a reprenderle (cf. Mt 16,22-23). De ahí que Jesús dijera en el pasaje que hoy hemos escuchado, refiriéndose a los maestros en general: «No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro» (Lc 6,40).

Jesús también observó que algunos de sus discípulos, en lugar de madurar interiormente, corrigiendo su propio egoísmo y sus otros defectos espirituales, preferían echar en cara a los demás sus defectos. A estos discípulos Jesús les aconsejaba que primero se examinasen interiormente y que eliminasen las «vigas» que había en su corazón. Sólo así, con un corazón limpio, podrían vivir el Reino de Dios y ayudar a otros a madurar.

Pero sobre todo Jesús les advertía de que sólo viven el Reino de Dios aquellos que dan buenos frutos, es decir, las personas que, caritativamente, hacen el bien a los demás. Y para dar buenos frutos de nada sirve la apariencia «porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos» (Lc 6,44). Todos sabemos por experiencia que, por mucho que una persona aparente ser caritativa, si en realidad es egoísta, se le nota claramente en algunos detalles de su vida cotidiana. Y asimismo, podemos ver fácilmente cuándo una persona es realmente caritativa. Basta con observar sus buenos frutos.

Y aquí llegamos al meollo de la cuestión: «de lo que rebosa el corazón habla la boca» (Lc 6,45). Efectivamente, quien tiene un buen corazón, de su boca brota sabiduría y amor. Sin embargo, quien se ha esforzado en mejorar su apariencia, descuidando su interior, antes o después, de su corazón rebosará la maldad que hay en él. Y con un corazón así es imposible vivir el Reino de Dios, es decir, es imposible ser realmente feliz.

Sabemos que mucha gente, buscando la felicidad, se gasta una gran cantidad de dinero –a veces endeudándose– para tener un lujoso auto, una cara sin arrugas y una piscina a la que invitar a sus amistades. Pero hay otros engaños mucho más sutiles en los que nosotros podemos caer. En los grupos y comunidades cristianas a veces nos topamos con personas que, buscando integrase y ser valorados, se esfuerzan en imitar a las buenas personas en su forma de vestir, hablar y gesticular, pero se niegan a madurar interiormente, conservando en su corazón algunos vicios y malos pensamientos que les aportan placer y una cierta seguridad. Todos conocemos a alguien así. Quizás, también nosotros mismos hayamos caído alguna vez en esta tentación, y de ese modo hemos descubierto que es un camino que nos conduce a la frustración y la tristeza.

En conclusión, el Evangelio se vive, no se finge. El aspecto exterior no nos abre las puertas del Reino de Dios. La apariencia sólo da una felicidad pequeña y momentánea. Así pues, preocupémonos en madurar interiormente, eliminando en nuestro corazón todo aquello que nos aleja de Dios. Sólo así seremos generosos y caritativos. En definitiva, sólo así seremos realmente felices.



sábado, 26 de febrero de 2022

Evangelio diario: 26-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,13-16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.



Comentario

En el camino hacia Jerusalén Jesús va enseñando a sus discípulos sobre el servicio a los pobres, la indisolubilidad del matrimonio, el desprendimiento de las riquezas, el sentido del poder como servicio a los demás etc. Por ello, el Señor acude ahora a dar acogida a los niños porque es preciso hacerse como ellos para entrar en el Reino, para ser capaces de acoger el Reino.

El reino de Dios se acepta, se recibe gratis. No se consigue a fuerza de méritos o de inteligencia, porque nos supera infinitamente. Por eso sólo nos queda recibirlo como se recibe un regalo, como reciben los niños todo lo que se les da. Ésta es la gran cualidad de los niños: están abiertos a todo lo bueno que se les ofrece. Sobre todo se dejan querer. Ése es su encanto.

A nosotros los adultos nos cuesta mucho ponernos en esa actitud de acogida de lo que los demás, y Dios, sobre todo, pueden y quieren ofrecernos. Nosotros vamos por la vida apoyados en nuestras cualidades, en nuestros intereses, en nuestras ideas, que nos parecen son siempre las mejores, en nuestro prestigio personal o en nuestra situación social. Pidamos al Señor no quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino ser capaces de abrirnos a las riquezas del reino de Dios.

viernes, 25 de febrero de 2022

Evangelio diario: 25-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replico:
«Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».


Comentario

Una vez más, vemos a los fariseos “poniendo a prueba” a Jesús, para desprestigiarle. En esta ocasión, presentan el tema de la licitud por parte del hombre de divorciarse de su mujer. La praxis normal en aquellos momentos, en las escuelas rabínicas, era que el marido podía divorciarse de su mujer por motivos mínimos o no tan mínimos, dependiendo de las diferentes escuelas. Jesús apela a Moisés y “al principio de la creación: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Con su respuesta, Jesús se ponía de parte de la mujer que no podía quedar a la voluntad del marido para repudiarla. De una manera más amplia, este problema sigue existiendo hoy día. El Papa Francisco en su exhortación sobre el amor en la familia, Amoris Laetitia, afirma: “En la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella” (3). “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuando discernimiento personal y pastoral” (298).

Cuaresma 2022 - Mensaje del Papa Francisco



 

jueves, 24 de febrero de 2022

Llamamiento del Papa Francisco por la paz en Ucrania


 

Evangelio diario: 24-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,41-50

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. 
Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”. 
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. 
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».




Comentario

Uno de los más grandes pecados de que habla el Evangelio es el escándalo. Pone en peligro el seguimiento que otros quieren vivir con Jesús, les hace dudar de su camino. Esto no se puede hacer impunemente; es demasiado grave. Jesús advierte de que el juicio de Dios sobre el que escandaliza será severo.

Esa es la razón de las exigencias tan duras que propone Jesús al que se siente tentado a escandalizar. Se trata de arrancar de raíz todo aquello que lleva a obrar así. Seguramente su propuesta tiene algo de metafórico: no hace falta cortarse ningún miembro ni sacarse ningún ojo, literalmente hablando. Pero sí hace falta cambiar profundamente el interior de cada uno: eliminar la voluntad de dominio (simbolizada por el poder de la mano, por la firmeza del pie), o erradicar la ambición egoísta (el ojo que espía a los demás, la mirada que los paraliza). En otras palabras, es necesario renunciar a someter a otros a los propios criterios o deseos, y hay que estar dispuestos a compartir con ellos los grandes valores de la vida y los mejores sueños para el porvenir de la humanidad.



miércoles, 23 de febrero de 2022

Evangelio diario: 23-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,38-40

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».





Comentario

A propósito de las palabras de Jesús en este evangelio, y quizá yendo un poco más lejos, hoy no encontramos con muchas personas que sin oír a Jesús y sin meterle en su vida, realizan obras buenas, obras que están de acuerdo con el evangelio: aman, perdonan, son justas, son limpios de corazón… No nos tiene que chocar esta situación, porque siguen su naturaleza humana, la que Dios nos ha dado a todos.

Jesús en sus palabras, en sus indicaciones nunca va en contra de lo que nos dicta nuestra naturaleza humana. Lo que sí hace es ir un poco más allá. No solamente nos dice que tenemos que amar, sino que nos pide amar hasta los enemigos, no nos dice solo que hay que perdonar, sino que debemos perdonar siempre, hasta setenta veces siete… Naturaleza humana y Jesús con su evangelio van en la misma línea, pero Jesús llega un poco más allá.

Desde aquí nos es más fácil entender sus palabras en el evangelio de hoy: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.

martes, 22 de febrero de 2022

Evangelio diario: 22-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo»
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 
Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».




Comentario

Esta catequesis sobre el rol servicial de Pedro en la comunidad eclesial, elabora un breve diálogo del Señor Jesús con sus discípulos, y en la inicial respuesta éstos dan indicios parciales del profetismo del Viejo Testamento que, en modo alguno, identifican al Señor.

Vuelve a la carga el Maestro, esta vez recabando el criterio propio de los discípulos sobre su identidad, y es Pedro, por sí o por delegación del grupo, quien declara la fe cristológica del colegio apostólico y de la comunidad cristiana: Jesús, es el ungido de Dios, enviado a nuestro mundo para humanizar la historia humana desde su raíz hasta su final esperanza, porque en Jesús de Nazaret se visualiza la gracia de la vida que nos viene de Dios.

Pedro, a renglón seguido, es el interpelado por el Maestro con un elogio y una promesa: hombre del Espíritu y servicio fundamental en la construcción de la Iglesia, al que se le encomienda una singular misión, la de atar y desatar en clave de bienaventuranza, es decir, servir más allá de la ley, para entrar en el Reino de los cielos.

Recordamos en la fiesta de hoy el peculiar servicio del Obispo de Roma, que en su momento el Señor confirió a Pedro: disponibilidad total al servicio de sus hermanos e icono de la unidad de la Iglesia construida sobre la fe apostólica.

Santoral: Cátedra de San Pedro


Cada 22 de febrero, la Iglesia celebra la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, una ocasión importante que se remonta al siglo IV y que rinde homenaje al primado y autoridad del Apóstol Pedro, el primer Papa de la Iglesia.

Esta celebración recuerda además la potestad conferida por Cristo al Apóstol cuando le dice, según relatan los Evangelios: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella".

La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del Obispo de Roma, el Papa.

La cátedra o sede que actualmente se conserva en la Basílica de San Pedro en Roma fue donada por Carlos el Calvo al Papa Juan VIII en el siglo IX, con motivo de su viaje a Roma para su coronación como emperador romano de occidente. Este trono se conserva como una reliquia, en una magnífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini construida entre 1656 y 1665.

La obra de Bernini está enmarcada por pilastras. En el centro se sitúa el trono de bronce dorado, en cuyo interior se encuentra la silla de madera y que se decora con un relieve representando la “traditio clavum” o "entrega de llaves".

El trono se apoya sobre cuatro grandes estatuas, también en bronce, que representan a cuatro doctores de la Iglesia, en primer plano San Agustín y San Ambrosio, para la Iglesia latina, y San Atanasio y San Juan Crisóstomo, para la Iglesia oriental.

Por encima del trono aparece un sol de alabastro decorado con estuco dorado rodeado de ángeles que enmarca una vidriera en la que está representada una paloma de 162 cm de envergadura, símbolo del Espíritu Santo. Es la única vidriera coloreada de toda la Basílica de San Pedro.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la Misa del Capítulo de San Pedro.

lunes, 21 de febrero de 2022

Evangelio diario: 21-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 14-29

En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. Él les preguntó:
«¿De qué discutís?».
Uno de la gente le contestó:
«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».
Él, tomando la palabra, les dice:
«Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre:
«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».
Contestó él:
«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó:
«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
«Creo, pero ayuda mi falta de fe».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.

El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?».
Él les respondió:
«Esta especie solo puede salir con oración».




Comentario:

Marcos nos presenta en este evangelio a Jesús sanando a un endemoniado. Es su padre quien se presenta ante el Señor a interceder por su hijo con una fe insegura. El elegido de Dios, el transfigurado, el Hijo amado, se enfrenta a la realidad humana, al dolor y la enfermedad. Y toma posición contra las fuerzas de muerte que empujan al chico enfermo hacia el fuego y el agua, contra el demonio que quiere acabar con este muchacho.

Dios es un Señor de vida, está entre nosotros para salvarnos y redimirnos del mal. Jesús nos trae la buena nueva, su evangelio de salvación. En contra están las fuerzas del maligno que se interponen y obstaculizan el acceso del Reino de Dios, que se oponen a esta buena nueva, a esta salvación que Jesús trae al mundo. La antítesis permanente entre bien y mal.

Pero la fuerza del Señor viene a liberarnos de las ataduras del demonio y de la muerte, entregarnos una nueva vida, una forma de entender la realidad desde la presencia de Dios en medio de nuestro mundo, en relación personal con nuestras vidas.

Y eso sólo se consigue con fe. Creo Señor, pero aumenta mi fe. No una fe libre de dudas, inseguridades y recelos, pero sí una fe sólida, una fe entregada y consecuente. Una fe que busca incansable y persigue la voluntad de Dios en cada uno de nuestros actos. Una fe reforzada con oración y ayuno, como nos pide el Señor en este relato. Lo importante es presentar una actitud confiada, como la del padre del endemoniado, que desde la oscuridad y la debilidad de su fe titubeante pide ayuda, que desde su debilidad anhela alcanzar lo que solicita.

Apoya nuestra labor de ayuda a las familias más afectadas

Situación actual de la crisis

Ha pasado un año desde que, en marzo de 2020, el Gobierno de la Nación declarase el estado de alarma para combatir el impacto de la pandemia del Covid-19. 

En aquellos momentos las previsiones emitidas tanto por organismos internacionales, el propio Fondo Monetario Internacional o la Unión europea, como por los propios expertos nacionales indicaban que se podrían producir situaciones de necesidad incluso más profundas que aquellas que originó la crisis de 2008.

Ante esa situación, el Presidente de Cáritas Castrense y Arzobispo Castrense don Juan del Rio, fallecido a consecuencia del Covid-19 (q.e.p.d.), encomendó a Cáritas Castrense la misión de crear un fondo de emergencia con el fin de paliar las necesidades que se produjeran.

Cáritas Castrense, organismo oficial del Arzobispado Castrense de España constituido para promover la acción caritativa y social, inició todas las acciones necesarias para llevar a cabo la iniciativa lo antes posible, pudiendo así comenzar con las primeras ayudas en el mes de junio del 2020. 

En los momentos actuales a los efectos derivados de la “no concluida” crisis sanitaria se han sumado los de la crisis económica y social que se predecían .

Por todo ello las necesidades que llevaron a la creación del “Granero de José” no han finalizado y ahora son indispensables para muchas personas.

Damos las GRACIAS a todas las personas, organismos e instituciones que desde entonces están colaborando con esta campaña.


“Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan”

 (Gn, 41, 53ss)







Queridos hermanos y amigos.

Durante los últimos meses hemos visto como nuestras vidas se transformaban para enfrentarnos al COVID-19 y sus trágicas consecuencias, no solo sanitarias, sino también sociales y económicas, cambiando nuestras costumbres cotidianas.

Todos conocemos el caso de un ser querido y cercano que ha sucumbido ante las perniciosas consecuencias de la pandemia, pérdidas irreparables que nos han atormentado y creado un gran dolor al que enfrentamos nuestra oración y el saber que a todos nos llegará la resurrección ante nuestro Señor.

Las familias han sufrido la desgarradora muerte de algún ser querido, amigo o conocido. Pero el drama también se ha plasmado en el día a día cuando los puestos de trabajo han desaparecido o han sufrido una merma notable de los ingresos provocando un gran quebranto en los hogares.

Para enfrentar esas necesidades nació “El Granero de José” que gestiona Cáritas Castrense con el objetivo de paliar las penurias de los más necesitados en aspectos como la vivienda, la sanidad, la educación y los suministros del hogar. Esenciales para mantener el nivel de vida de las familias y su dignidad, elemento esencial para que una persona de sienta en plenitud.

Desde el inicio “El Granero de José” fue diseñado para que no existieran trabas burocráticas y que su gestión fuese prácticamente automática desde la petición de ayuda que la inician los capellanes castrenses.

Desde está página os animo a todos a llenar este “Granero de José” para poder repartir entre quien lo necesita y ejercer con generosidad la caridad hacia el prójimo.

Muchas gracias por vuestra colaboración, Dios os lo pague.

Carlos Jesús Montes Herreros
Ordinario Castrense de España



Necesitamos tu apoyo urgente


Con el referente de la figura de José en Egipto, se creará un “granero” (Cf. Génesis 41, 56) que, a modo de fondo de emergencia, constituido por los donativos de personas físicas o jurídicas, permita paliar con inmediatez las necesidades más básicas generadas por la crisis del Covid-19.



Se pondrá especial atención en cubrir necesidades como:
• Alimentación 
• Medicina 
• Vivienda y suministros servicios (agua; luz; gas etc.)
• Académicos/escolarización
• Cualquier otra actividad que tienda a cubrir necesidades básicas.

Ayudar y alentar a las CPC, extendidas por el territorio nacional y al resto de capellanes que no tienen CPC en sus unidades, bases o acuartelamientos en la consecución de los mismos fines anteriormente mencionados.



Gracias por apoyarnos en esta campaña en pro de los más desfavorecidos

domingo, 20 de febrero de 2022

Domingo VII del Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí.

David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él.

Abisay dijo a David:
«Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir».
David respondió:
«No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?».
David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó. Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo.

David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó:
«Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores, y que el Señor pague a cada uno según su justicia Y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».




Salmo 102

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. 

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. 

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.




Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49


Hermanos:

El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.

Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual.

El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo.

Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.




Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. 
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. 
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».




Comentario

Cada vez que nos enfrentamos a este evangelio podemos sentir una mezcla compleja de sentimientos: imperativo, palabra de Dios, extrañeza, imposibilidad, absurdo…

Pero el mensaje sigue ahí, no cambia y no lo podemos “reinterpretar”. Dice lo que dice y lo expresa con claridad: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, sed compasivos…, perdonad… “

A la luz de este evangelio de hoy, muchos tenemos de cristianos sólo el nombre. Amamos a los que nos aman, hacemos el bien a quien nos lo hace, prestamos cuando esperamos sacar alguna ganancia. A lo largo de los siglos y de la vida de cada uno hemos desarrollado la capacidad de reducir el evangelio a unas cuantas -pocas- normas éticas razonables, es decir, escogidas a la propia medida, nos hemos dado un evangelio a la carta. Sin embargo, Cristo quiere llevarnos a lo infinito: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso, no juzguéis, no condenéis…». Quizá nuestro fallo es precisamente no contemplar al Padre misericordioso.

Vivimos en sociedades que tienden a la violencia física y psicológica, donde el respeto, el perdón, la compasión o el compartir no son valores de moda. Solo leer el periódico o ver las noticias cada día nos pone al tanto de cuantos asaltos, accidentes, hechos de corrupción, homicidios y feminicidios suceden cada jornada. Además, en nuestra vida más cotidiana, el “ojo por ojo y diente por diente”, “el que me la hace me la paga”, el “yo perdono, pero no olvido…” están a la orden del día.

Pero Jesús nos llama a amar y no a condenar, su clamor recorre la historia y llega hasta nosotros aquí y ahora: “Amad a vuestros enemigos”, nos dice, y, ante nuestra extrañeza, nos pide abrirnos de corazón al prójimo y a no ponerle límites legales o doctrinales a nuestra disposición de comprenderlo y aceptarlo tal como es y tal como nos necesita.

Sólo desde la relación cercana con Dios es inteligible el mandato de Cristo de amar a los enemigos o de ser compasivos... No sólo de perdonar, sino de amar positivamente, hasta dar la vida por los mismos enemigos como ha hecho Cristo.

Quien va entendiendo así el perdón, comprende que el mensaje de Jesús, lejos de ser algo extraño y absurdo o imposible e irritante, es el camino más acertado para ir curando las relaciones humanas. siempre amenazadas por nuestras injusticias y conflictos

Si lo que Jesús nos pide nos parece imposible o demasiado, estamos comenzando a entender que nuestra respuesta dependerá no solo de nosotros mismos, sino de la gracia que viene de Dios. Solo si recibimos el espíritu que Dios nos promete seremos capaces de ser testigos del amor, perdón y paz a los que Jesús nos llama.

La clave para la comprensión del evangelio hoy la encontramos en el evangelio del domingo anterior: las bienaventuranzas. El perdón y misericordia son actitudes fundamentales del cristiano porque son de Dios.

El perdón brota siempre de una experiencia religiosa. El cristiano perdona porque se siente perdonado por Dios. Toda otra motivación es secundaria. Perdona quien sabe que vive del perdón de Dios. Ésa es la fuente última. «Perdonaos mutuamente como Dios os ha perdonado en Cristo» (Ef 4, 32). Olvidar esto es hablar de otra cosa muy diferente del perdón evangélico.

Así, el perdón cristiano no es un acto de justicia. No se le puede reclamar ni exigir a nadie como un deber social. Jurídicamente, el perdón no existe. El código penal ignora el verbo perdonar. Hablar de requisitos para perdonar es introducir el planteamiento de otra cosa.

Para concluir, otra vez Jesús nos advierte: “Con la misma medida con que medís, os volverán a medir” ¿En verdad creemos esto? Porque con lo mezquinos y negativos que somos para juzgar, para dar, para amar… si nos van a dar como nosotros damos, nos van a medir y a juzgar de la misma forma que medimos y juzgamos… estamos en problemas. Esto no se nos advierte únicamente para nuestro bien. Porque nuestros odios, desprecios y prejuicios no son solo cosa nuestra. Son contagiosos. Son una peste que propagamos de muchos modos. Son esa oscuridad que se inculca a los hijos desde pequeños, a los amigos con comentarios y humoradas cargados de prejuicios.

En efecto, la vara con la que medimos nos mide y afecta nuestro entorno. Es una vara que, las más de las veces, es de un hierro forjado por décadas y siglos. Y por mucho tiempo, forjada de cualquier cosa menos de “amar al enemigo,” “no juzgar” y “no condenar.”

Si no podemos imitar la misericordia, el amor y el perdón de Dios, seamos al menos un canal para que ese amor y perdón lleguen a quienes más los necesitan.



sábado, 19 de febrero de 2022

Evangelio diario: 19-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-13)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado, y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Le preguntaron:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Les contestó él:
«Elías vendrá primero y lo renovará todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito. acerca de él».




Comentario

El Evangelio nos sitúa en un contexto un tanto particular, en la altura de una montaña. Es el espacio de la cercanía e intimidad con Dios, y en cuya cima se acorta la distancia entre lo humano y lo divino. Allí se fomenta la relación interpersonal con Dios, pues -según la imagen clásica- al estar más cerca del cielo se puede dialogar con el Hacedor sin dificultad y la súplica es escuchada. Aparece también al inicio un verbo que nos habla precisamente de la intimidad que precisa el discípulo para llenarse de la enseñanza del Maestro: «llevó consigo». A los que pertenecen a su grupo, Jesús «los lleva consigo».

El Maestro se transfigura ante sus discípulos. El escenario se llena de luz, que en definitiva viene a apuntar la misión del mismo Cristo: su pasión, muerte y resurrección. Y en esa misión estamos incorporados todos los discípulos, todos los bautizados. Entrar a formar parte de la luz de la resurrección, y la misión de ser luz en medio de un mundo alcanzado por las heridas de tantas tinieblas es la tarea de los que siguen a Jesús.

La voz del Padre nos marca el camino de entrada en la luz de la resurrección. Solo pasaremos allí si somos capaces de escuchar a su Hijo Jesucristo. Su vida, acciones, gestos, miradas de ternura, su capacidad de sentir compasión, etc, son las ráfagas de luz que nos ha dejado el Nazareno, con las que ha ido sanando las heridas del mundo. La luz que vino a los suyos y los suyos no fueron capaces de percibir  La luz que nos habla de un amor entregado hasta el final, de pan partido y sangre derramada que se hace ofrenda transfigurada por su amor.