viernes, 11 de febrero de 2022

Evangelio diario: 11-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».




Comentario

El relato de la curación del sordomudo es un claro exponente de la voluntad de Jesús de Nazaret de que los paganos se incorporen al banquete de la salvación.

El aparte que hace con el sordomudo, desea evitar todos los visos de espectacularidad y de magia; eso sí, usa gestos curativos de aquel tiempo, pero el momento determinante de este gesto salvador es la palabra de Jesús, ¡Ábrete!

Paganismo y sordera, porque el primero adolece de lo segundo para no poder ni saber reconocer la salvación que trae Jesús de Nazaret. Tal palabra, escuchada y aceptada, produce el cambio del afectado, rompe el mutismo en el que vivía aquel hombre. Además, trata de evitar el sensacionalismo de lo ocurrido, aunque la gente no se calla.

Al final, el pueblo reconoce lo mucho bueno que hace Jesús de Nazaret por ellos y reconoce el regalo de su presencia entre nosotros: con Él nos llega el Reino de Dios, el umbral de la nueva creación. El sordomudo ve que su aislamiento desaparece, el silencio de la desesperanza y de la muerte no tiene espacio entre nosotros, porque Jesús nos dice que tenemos vocación de hermanos con los iguales y de hijos con Dios Padre. Nuestro mundo es la nueva Decápolis, terreno pagano, en el que tenemos que hacer posible escuchar la Palabra de Dios y establecer con él una relación fecunda y filial.