viernes, 25 de febrero de 2022

Evangelio diario: 25-02-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replico:
«Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».


Comentario

Una vez más, vemos a los fariseos “poniendo a prueba” a Jesús, para desprestigiarle. En esta ocasión, presentan el tema de la licitud por parte del hombre de divorciarse de su mujer. La praxis normal en aquellos momentos, en las escuelas rabínicas, era que el marido podía divorciarse de su mujer por motivos mínimos o no tan mínimos, dependiendo de las diferentes escuelas. Jesús apela a Moisés y “al principio de la creación: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Con su respuesta, Jesús se ponía de parte de la mujer que no podía quedar a la voluntad del marido para repudiarla. De una manera más amplia, este problema sigue existiendo hoy día. El Papa Francisco en su exhortación sobre el amor en la familia, Amoris Laetitia, afirma: “En la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella” (3). “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuando discernimiento personal y pastoral” (298).