miércoles, 6 de abril de 2022

Evangelio diario: 06-04-2022

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».





Comentario

Denso este fragmento evangélico de hoy en el que Jesús nos ofrece una rica enseñanza. En su predicación hay cuatro expresiones que van siempre unidas: “discípulos, palabra, verdad y libertad”. Discípulo de Jesús es el que le ama y el que acepta su palabra y se mantiene en ella, en todo lo que Él nos dice. Lo que le lleva a disfrutar de la verdad, a vivir en la verdad y no en la mentira y en la oscuridad, ya que Jesús es la Verdad, y nos habla “de lo que he oído a mi Padre”. De esta manera, su discípulo gozará de la libertad, será libre, haciendo todas las acciones que brotan de su corazón, donde reina Jesús. “Si el Hijo os hace libres seréis realmente libres”. Ya sabemos a quién tenemos que acudir.

Aunque este evangelio no habla del perdón, hay que reconocer el perdón como también una realidad clave en la vida de todo discípulo. Por mucha que queramos, no somos impecables y, a veces, vamos en contra de nuestra conciencia, de nuestro interior, donde reina la verdad de Cristo. Si nos damos cuenta de nuestro error y nos arrepentimos, el Jesús perdonador sale a nuestro encuentro y nos ofrece su perdón. Hasta setenta veces siete.

Estas vivencias sublimes no las podrán disfrutar los que rechazan a Jesús, “los que tratáis de matarme porque no dais cabida a mis palabras”.