sábado, 16 de abril de 2022

Triduo Pascual - Vigilia Pascual

COMIENZA EL TIEMPO PASCUAL
(Sábado en la noche)


VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Según una antiquísima tradición, esta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las Santas Vigilias» (san Agustín).

Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio, deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.

Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (pregón pascual).

Misa de la Vigilia pascual se celebra con vestiduras blancas y se despide con doble aleluya, así durante toda la octava de Pascua.

Lecturas

1 - Gén 1, 1 — 2, 2. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Sal 103. R. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

2 - Gén 22, 1-18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

Sal 15. R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

3 - Éx 14, 15 — 15, 1a. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco.

Salmo: Éx 15, 1-18. R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.

4 - Is 54, 5-14. Con amor eterno te quiere el Señor, tu libertador.

Sal 29. R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

5 - Is 55, 1-11. Venid a mí y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua.

Salmo: Is 12, 2-6. R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 

6 - Bar 3, 9-15. 32 — 4, 4. Camina al resplandor del Señor.

Sal 18. R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

7.a - Ez 36, 16-17a. 18-28. Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.

Sal 41. R. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
 
Rom 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Sal 117. R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Mc 16, 1-7. Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado.

A lo largo de la Cuaresma, mediante la penitencia, nos hemos preparado para que sea verdad lo que celebramos esta noche: nuestro paso —por la fe y el bautismo— de la muerte del pecado a la vida con Cristo resucitado en la comunidad de la Iglesia, nuestro paso de las tinieblas a la luz de la resurrección del Señor.

Esto lo expresaremos en la primera parte de la celebración con el pregón pascual, que oiremos con las velas encendidas por el cirio pascual. Después, la Palabra de Dios nos irá recordando el camino de la historia de la salvación que culmina con el Evangelio, en el que un ángel nos anuncia que Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado. Sigue después la celebración del bautismo —si la hay— y la renovación de las promesas bautismales, en las que expresamos nuestra renuncia al pecado para vivir como hijos de Dios desde la fe de la Iglesia en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Termina la celebración con la eucaristía, sacramento que perpetúa en la Iglesia la presencia de Cristo resucitado.

La celebración litúrgica consta de las siguientes partes:

1. Lucernario: bendición del fuego, procesión y pregón pascual.

2. Liturgia de la Palabra: la Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios ha hecho en favor de su pueblo.

3. Liturgia bautismal: por los sacramentos de iniciación cristiana los nuevos discípulos de Cristo se comprometen a seguirle con fideli- dad. La Iglesia renueva las promesas bautismales.

4. Liturgia eucarística: es la Eucaristía más importante de todo el año litúrgico.


Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo. Esta regla ha de ser interpretada estrictamente. Cualquier costumbre o abuso contrarios han de ser reprobados.

Aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa de Pascua del Domingo de Resurrección.

El pregón pascual, magnífico poema lírico que presenta el Misterio pascual en el conjunto de la economía de la salvación, puede ser proclamado, si fuese necesario por falta de un diácono o por imposibilidad del sacerdote celebrante, por un cantor.

Por motivos graves de orden pastoral puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra es fundamental en esta Vigilia pascual. Deben leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento, concretamente de la Ley y los Profetas, y cantarse los respectivos salmos responsoriales. Nunca puede omitirse la lectura del capítulo 14 del Éxodo ni su canto.

Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la Historia de la Salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante. La Iglesia, «comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas», interpreta el Misterio pascual de Cristo.

Los fieles que participan en esta misa de la noche pueden comulgar de nuevo en la misa del día de Pascua. El que celebra o concelebra la misa de la noche pascual puede celebrar o concelebrar de nuevo la misa del día de Pascua.

El cirio pascual se coloca sobre un candelero solemne junto al ambón o en el presbiterio hasta el Domingo de Pentecostés, inclusive.