jueves, 14 de abril de 2022

Jueves Santo - Misa de la Cena del Señor

El Lavatorio - Tintoretto (1548 - 1549)
Museo Nacional El Prado
 



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. 
Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. 
Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas. 
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor. 
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto. 
Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».



Salmo 115

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo



Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.





Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
«No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».




Comentario

El Evangelio de la liturgia de hoy omite por completo la institución de la Eucaristía y pone el gesto del lavatorio de los pies. El autor de este texto nos quiere hacer ver que la pasión de Jesús no es otra cosa que un servicio de amor hasta el extremo: hasta el extremo de dar la vida por los demás.

El gesto de lavar los pies es desconcertante ya que pertenecía a los esclavos y, por ello, dentro del contexto en el que se encontraban Jesús y sus discípulos, se salía de toda lógica y sentido. Pero para nosotros es todo un gesto profético, que resume y anticipa todo lo que será la pasión de Jesús, y por esto es narrado de una forma solemne. Y es que en el lavatorio de los pies hay mucho más que un simple ejemplo de humildad. Estamos ante algo mucho más profundo porque, contemplar a todo un Dios arrodillado lavando los pies, nos indica un cambio de valores como nunca más ha ocurrido en la historia. Y es que el servicio desde la humildad, puede alcanzar lo divino.

El servicio es darse, en mayor o menor grado, pero darse. Es reconocer que las cualidades y dones que poseemos no son de forma exclusiva para nosotros, sino que también, por qué no decirlo así, les “pertenecen” a los demás. Servir es entrar en comunión dos seres imperfectos que, al darse y aceptarse, se compenetran y se enriquecen. Porque todos sin excepción tenemos algo que dar, y todos sin excepción podemos recibir algo de los otros.

El servicio que nos muestra Jesús lavando los pies es saber ceder privilegios cuya finalidad sea el lucro y renunciar a vidas exquisitas. Pero también nos muestra el saber aceptar las responsabilidades, hablar más de deberes que de derechos, trabajar con honradez y aportar a los demás algo nuestro aunque ello conlleve renuncias. El lavatorio de los pies nos enseña a no ser ambiciosos ni interesados y a no danzar en torno a las idolatrías actuales. Si asumimos el servicio desde una actitud desinteresada y sin condiciones, y nos ponemos a lavar los pies, estaremos dando la mayor bofetada que se puede dar a tantos esclavos del poder y la ambición. No olvidemos que Jesús también se arrodilló ante Judas, para lavarle los pies.

Toda la liturgia de este día, es más, todo lo que significa este día, nos debería llevar a contemplar que si Dios no puso condiciones a la hora de ponerse de rodillas ante el ser humano para lavarle los pies… ¿las vamos a poner nosotros?