jueves, 20 de agosto de 2020

Evangelio diario: 20-08-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: 
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. 
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron. 
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. 
Luego dijo a sus criados: 
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. 
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: 
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. 
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: 
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. 
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».




Comentario

Mateo presenta a Jesús utilizando parábolas en las que, de una manera sencilla y accesible para todos, encierra una verdad espiritual. Siempre son ejemplos de la vida cotidiana que nos hablan de la capacidad de Jesús para hacerse entender por todos. Como hemos visto tantas veces se vale de ejemplos de la vida cotidiana.

Nos encontramos con la parábola del banquete de bodas, en la que explica, de una manera más comprensible para los oyentes, diferentes aspectos del Reino de Dios.

La boda es sinónimo de alegría, de felicidad, de plenitud, Jesús para hablarnos del Reino de Dios nos habla de una boda y una invitación que dirige TODOS, judíos y paganos, ricos y pobres, sabios e ignorantes, inmigrantes o nativos, a participar de la fiesta, de la alegría del Reino.

¿Y los invitados? Parece que en el trasfondo de las palabras de Jesús está el rechazo del pueblo de Israel al Mesías.

¿Y los invitados? cada uno de nosotros, individual y comunitariamente.

¿Y la respuesta? casi siempre la respuesta a la invitación es clara, no me interesa. Mis prioridades son otras.

Dios no se rinde pero nosotros… priorizamos tantas y tantas cosas en lo cotidiano de nuestra vida que nos dificultan, si no el oír, sí el responder porque no acabamos de captar todo lo que esta invitación nos puede aportar a nuestra vida, alegría, plenitud. Tengo tantas cosas que hacer…

“Id a los cruces del camino”. Seguro que en alguno de estos tres escenarios nos encontramos nosotros respondiendo a la invitación del Señor, captando la llamada que hace a todos, hoy el “todos” es más amplio que judíos y paganos del tiempo de Jesús. Sintámonos invitados y alegrémonos cuando nos encontramos con nuevos invitados algunos quizá, fuera de nuestros esquemas. 

Y una vez aceptada la invitación de Jesús a participar de su Reino, nos advierte que sus seguidores, los que se comprometen con su causa, han de revestirse de unas actitudes nuevas. “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia…”