miércoles, 26 de agosto de 2020

Evangelio diario: 26-08-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo:

«Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. 

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».



Comentario


Evangelio de la advertencia ante las propuestas y presentaciones ambiciosas e interesadas de muchos que creen o quieren que los otros crean al Señor, al Mesías de acá o allá. Son los falsos Mesías, los falsos profetas. Charlatanes de feria; embaucadores eficaces y momentáneos; palabrería hueca y envolvente. Nada de todo ello es cierto. Jesús, listo y perspicaz como era, ya lo advirtió. La gente está anhelando apariciones, mensajes y palabras agoreras de desgracias, guerras y castigos, invitaciones a la conversión sin contenido. Jesús dice bien: ¡No lo creáis!

La fe solo hay que ponerla en Él, en su palabra y mensajes de consolación, compañía y ánimo para cada instante. Su yugo es llevadero, si no lo fuera, hubiera mentido. Su carga es ligera, si no fuera transportable, nos hubiera engañado. Jesús no es un político al uso. Sabe que hay que esforzarse y trabajar, poner empeño.

Estos textos llenos de sabiduría popular, complementan las lecturas del esfuerzo, de la voluntad firme y duradera, de la fe y esperanza sin ambages, del amor a cuanto hacemos y por quien lo hacemos.

El ejemplo De los Santos, con una vida entregada a los demás por amor a Dios, nos enseña a trabajar sin denuedo, no fiarse más que de las palabras de Jesús y no de las vanas promesas que otros oportunistas nos hacen.