sábado, 1 de agosto de 2020

Domingo XVIII del tiempo ordinario

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 55, 1-3

Esto dice el Señor:
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. 
Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David».


Salmo 144

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39

Hermanos:

¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?

Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.



Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.

Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.



Comentario

La función de este milagro es la de ayudarnos a descubrir en Jesús al Mesías. Por eso más que en lo extraordinario, el lector, está llamado a captar la realidad que se esconde en este episodio, e interpretar la propuesta que Jesús está haciendo.

El relato de la multiplicación de los panes de Mateo tiene un claro trasfondo eucarístico y es figura del banquete en el Reino. Comienza expresando la compasión que experimenta Jesús al ver a la gente: «Se conmovió hasta las entrañas»; Es más que un sentimiento, es una apuesta por la vida. Por eso Jesús dedica todo el día a curar enfermos; No tiene prisa y pone toda su atención en los necesitados.

Cuando se empieza a hacer tarde los discípulos le piden que despida a la gente para que vayan a buscar algo para comer. Es un toque de realismo ya que están en un lugar despoblado y ellos no tienen para darles de comer. Es una forma de ver la realidad, con la que Jesús no está de acuerdo. El propondrá otra. En la lógica de los discípulos, está implícito, que cada uno se arregle como pueda. Frente a esto Jesús les propone otra alternativa: «Dadles vosotros de comer». Es una propuesta incluyente; Implicarse en la necesidad que la gente tiene, es ir más allá de la mirada realista para tener una mirada compasiva; Mirar como Dios. Es necesario que los discípulos asuman esta sensibilidad. Jesús no puede abandonar a la gente que ha ido junto a él.

La multiplicación de los panes y los peces es la acción más concreta de esta nueva realidad. Es significativa la forma de realizarse: reunirse en grupos, la bendición, el partir el pan y compartir. Todos comieron y quedaron satisfechos. Hay una sobreabundancia expresada en el número de comensales. Lo poco se ha convertido en mucho.

Lo único que Jesús hizo en aquel lugar desértico fue «curar» y «dar de comer» a la gente. Mirando nuestra realidad nos encontramos que el desafío de Jesús sigue siendo tremendamente actual. Hoy también hay una multitud que busca y necesita. La mirada compasiva sigue siendo la opción de los discípulos de Jesús. Más que nunca son necesarios los gestos de solidaridad que puestos en manos del Señor se multiplican en amor compasivo.