viernes, 15 de mayo de 2020

Domingo VI de Pascua (17-05-2020)


Santo evangelio según san Juan 14, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».


Comentario breve:

Jesús está reunido con sus discípulos. Sabe de su marcha inminente a la gloria del Padre. En la despedida les deja su testamento: la presencia de su estilo de vida, de su salvación, en los gestos y frases que pronuncia al partir y repartir el pan y beber el vino de una misma copa. A continuación les asegura que no los dejará solos para que el mundo del mal no los seduzca. El Padre enviará el Espíritu  que mantendrá a Jesús vivo entre ellos; y  hará posible que la relación con él no se deteriore en su nueva dimensión de resucitado. Es más: los discípulos se fortalecerán ante todo el mundo por el poder que les dará dicho Espíritu. El Espíritu los transforma según la vida de Jesús para que puedan ser testigos de sus valores en todas las culturas. Jesús asciende a la gloria divina, y Dios, por su Espíritu, hará que la presencia de su Hijo no desaparezca jamás. Este es el convencimiento que tenemos todos los cristianos, como sucesores de sus discípulos, formando parte de su comunidad, de la Iglesia cristiana.