sábado, 23 de mayo de 2020

Evangelio Fiesta de la Ascensión del Señor (24-05-2020)

Liturgia de la Palabra de la Fiesta de la Ascensión






Primera lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles (1, 1-11)

En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseño desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».



Salmo (46, 2-3. 6-7. 8-9)

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible, 
emperador de toda la tierra. 
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad; 
tocad para nuestro Rey, tocad.
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, 
Dios se sienta en su trono sagrado.
R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, 17-23)

Hermanos:

El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.

Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.

Evangelio

Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.


Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».



Comentario

«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
En este reencuentro, con sabor a despedida, Cristo deja a los suyos un doble mensaje. Invita a sus discípulos, y por tanto también a nosotros, a ser testigos de lo visto y lo vivido junto a Él, y por otra parte les hace y nos hace una promesa: nunca nos abandonará. Se va al Padre, pero permanece con nosotros.
Es su legado, porque el resumen del testamento de Jesús es su deseo que todos seamos sus testigos, testigos del amor del Padre, de como Él lo ha vivido y como cada uno de nosotros lo experimenta porque Cristo está presente en nuestras vidas.
Pablo pide para los de Éfeso un don: «El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis…». Espíritu de sabiduría y revelación, iluminación, para comprender, para percibir y descubrir su presencia a nuestro alrededor y en nuestra cotidianidad descubrir :
«cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes».
Será el Espíritu, ese a quien celebraremos la semana que viene, pero que está entre nosotros desde el inicio, quien nos enseñe y nos muestre la Vida en su plenitud.
La forma de comprender su presencia en nuestras vidas sigue siendo mirando y escudriñando bien a nuestro alrededor para ver dónde despunta, dónde se manifiesta como la suave brisa que notó Elías. Y es, como deja claro Pablo un don, así que, pidámoslo sin descanso.