jueves, 7 de julio de 2022

Santoral: San Fermín


San Fermin - Iglesia de San Lorenzo (Pamplona)

Nacido en Pompaelo en el siglo III, era hijo de Firmo -Firmus-, un alto cargo de la administración romana de Pamplona que vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Maximiano, y Eugenia. La familia, convertida al cristianismo tras ser bautizados por el misionero Saturnino de Tolosa en un lugar hoy conocido como «pocico de San Cernín» (al contrario de lo que pudiera pensarse, San Saturnino es el patrón de Pamplona y no San Fermín, quien ostenta el copatronazgo de la Comunidad Foral junto a San Francisco Javier), confió la educación de su heredero al presbítero Honesto de Nimes, quien, según la tradición, llegó a la ciudad con una misión evangelizadora. 


Bajo la tutela de Honesto, Fermín se formó en la religión y la predicación, la cual ejerció a una edad temprana. Cuenta la leyenda que su mentor lo envió a la Galia -actual Francia- para proseguir con su aprendizaje y encargó al arzobispo de Toulouse que lo ordenase sacerdote para poder propagar la fe cristiana. Por cortesía de Honorato, prelado de la ciudad, Fermín fue, ya, consagrado obispo a los 24 años y regresó a Pamplona con una función de evangelización. 


Poco más de un lustro después, el novicio vástago de la Iglesia cruzó, de nuevo, los Pirineos. Se cree que pudo pasar por Agén -región de Nueva Aquitania-, Auvernia o Anjou antes de asentarse en Amiens. En esta norteña urbe de lo que ahora se conoce como Alta Francia, Fermín logró una elevada cuantía de conversiones al tiempo que se granjeó la antipatía y enemistad de las autoridades contrarias al cristianismo. Tras ser detenido y pasar por la cárcel, este ínclito nombre del santoral sufrió la pena capital de la decapitación un 25 de septiembre, fecha en la que se recuerda su martirio.