sábado, 16 de julio de 2022

Evangelio diario: 16-07-2022

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.

Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.

Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido,
mi amado, en quien me complazco.
Sobre él pondré mi espíritu
para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará,
hasta llevar el derecho a la victoria;
en su nombre esperarán las naciones».




Comentario

El contexto del Evangelio nos sitúa al Señor tras haber curado a un hombre con el brazo paralizado un sábado en la sinagoga. Todo un gesto profético que hace presente a Dios entre su pueblo. Pero los fariseos quieren matarlo. Prefieren continuar con una religión paralizada en la que Dios no tiene cabida. Por eso Jesús se va. Y muchos del pueblo con él… y son curados. Para San Mateo así se cumplía en Jesús la profecía de Isaías: es el Siervo de Yahveh que se revela no en la Ley sino en el servicio.

Jesús hace presente el Reino de Dios mediante los signos de fe que son los milagros, pero, al igual que los fariseos, no pocas veces los cristianos estamos ciegos: como dice el refrán: “no hay mayor ciego que el que no quiere ver”. Creemos tener a Dios sujeto a nuestros ritos religiosos, a nuestros lugares sagrados y pasa desapercibido cuando nos invita a verlo en el dolor o sufrimiento del prójimo. Hoy más que nunca la Iglesia está llamada a ser signo de Salvación.

Es preciso pedir insistentemente al Señor que nos aumente la fe, de nuestro corazón paralizado y que podamos seguirle adonde haya hombres necesitando salvarse.