miércoles, 6 de octubre de 2021

Evangelio diario: 06-10-2021

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,1-4

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo:
«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».




Comentario

Alguien ha dicho que el Padrenuestro, antes que una lista de necesidades, es una lista de valores. Es la escala de valores que vive Jesús y, por lo mismo, nos la ofrece como nuevo modo de vivir y de orar.

San Basilio nos ofrece un consejo para hacerlo bien: Siempre que ores no empieces desde luego pidiendo; porque entonces harás aparecer tu afecto como culpable, acudiendo a Dios como obligado por la necesidad. Así, cuando empieces a orar, prescinde de toda criatura visible e invisible, y empieza por alabar a Aquel que ha creado todas las cosas. Por esto añade: "Y Jesús les respondió: Cuando os pongáis a orar, habéis de decir: Padre…

Comienza por situarnos ante Alguien que, es Padre de todos, no solo mío. “Por lo tanto, afirma el Papa Francisco, No, es el Padre mío, porque yo no soy hijo único. Ninguno de nosotros lo es. Y si no puedo ser hermano, difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre, con certeza, mío, pero también de los demás, de mis hermanos”.

En esta oración hallamos los elementos que han de caracterizar toda oración auténticamente cristiana. En ella nos dirigimos a una persona concreta que es Padre; en ella, alabamos a Dios y expresamos nuestro anhelo de que llegue su Reino hasta nosotros; expresamos, también, nuestras necesidades, tanto espirituales como temporales; pedimos perdón y ofrecemos el nuestro a quienes hayan podido ofendernos. Finalmente, pedimos su fuerza para que nos ayude, especialmente en los momentos de tentación. Concluye con una petición general: que nos libre de todo mal.

Sin duda, el Padrenuestro es la oración más hermosa y entrañable que tenemos los cristianos. El riesgo que corremos todos es dejarnos llevar por la inercia y permitir que las palabras rueden por nuestros labios sin ser conscientes de lo que rezamos. Es un riesgo muy próximo a nuestras costumbres. Es la oración que aprendimos de pequeños, unida, quizá, a nuestra apertura a la trascendencia; la hemos repetido muchísimas veces y, por ello, no es raro sorprendernos perdidos en la inercia. La oración se desvirtúa cuando solo es un murmullo vacío. Es el reto que tenemos.

Hoy podríamos orarlo con el esfuerzo de hacerlo muy conscientemente. Tampoco estaría mal recordar a quienes nos lo enseñaron y nos ayudaron a dar el primer paso en la oración. Finalmente es un signo de agradecimiento el compromiso por transmitirlo a quienes sea posible, conscientes de que es un tesoro que acompañará a otros, como nos ha acompañado a nosotros, toda la vida.