martes, 30 de marzo de 2021

Normas particulares para Semana Santa y Triduo Pascual

SEMANA SANTA Y TRIDUO PASCUAL

Introducción a la Semana Santa

Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (n. 138)

Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.

Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones. Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.



Introducción al Triduo pascual

Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (n. 140)

Todos los años en el «sacratísimo triduo del Crucificado, del Sepultado y del Resucitado», o Triduo pascual, que se celebra desde la misa vespertina del Jueves en la cena del Señor hasta las Vísperas del Domingo de Resurrección, la Iglesia celebra, «en íntima comunión con Cristo su Esposo», los grandes misterios de la redención humana.

Descripción de las lecturas de las misas de Semana Santa hasta el Triduo pascual

De los Prenotandos del Leccionario (nn. 97-98)

Domingo: En el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, para la procesión se han escogido los textos que se refieren a la solemne entrada del Señor en Jerusalén, tomados de los tres Evangelios sinópticos; en la misa se lee el relato de la Pasión del Señor.

Ferias: Los primeros días de la Semana Santa, las lecturas consideran el misterio de la Pasión. En la misa crismal, las lecturas ponen de relieve la función mesiánica de Cristo y su continuación en la Iglesia, por medio de los sacramentos.


Semana Santa y Triduo Pascual 

Descripción de las lecturas durante el Triduo pascual

De los Prenotandos del Leccionario (n. 99)

Jueves Santo: en la misa vespertina, el recuerdo del banquete que precedió al éxodo ilumina de un modo especial el ejemplo de Cristo al lavar los pies de los discípulos y las palabras de Pablo sobre la institución de la Pascua cristiana de la Eucaristía.

Viernes Santo: La acción litúrgica del Viernes Santo llega a su momento culminante en el relato según san Juan de la Pasión de aquel que, como el Siervo del Señor, anunciado en el libro de Isaías, se ha convertido realmente en el único sacerdote al ofrecerse a sí mismo al Padre.

Vigilia pascual de la Noche Santa: se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, que recuerdan las maravillas de Dios en la historia de la salvación, y dos del Nuevo, a saber, el anuncio de la Resurrección según los tres Evangelios sinópticos, y la lectura apostólica sobre el Bautismo cristiano como sacramento de la Resurrección de Cristo.

Misa del día de Pascua: se propone la lectura del Evangelio de san Juan sobre el hallazgo del sepulcro vacío. También pueden leerse, si se prefiere, los textos de los Evangelios propuestos para la Noche Santa, o, cuando hay misa vespertina, la narración de Lucas sobre la aparición a los discípulos que iban a Emaús. La primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles, que se leen durante el tiempo pascual en vez de la lectura del Antiguo Testamento. La lectura del Apóstol se refiere al misterio de Pascua vivido en la Iglesia.


Normas particulares de Semana Santa y Triduo pascual

No está permitida, sin excepción, ninguna misa que no sea la propia del día. Para los primeros días de la Semana Santa se toma el prefacio de la Pasión II.

El Domingo de Ramos, Jueves Santo y durante el Triduo pascual no se permiten las misas de difuntos, tampoco la exequial. Durante los primeros días de la Semana Santa puede celebrarse la misa exequial (cf. OGMR, 380).

El color de las vestiduras litúrgicas es el morado o violeta para el Lunes, Martes, Miércoles y Sábado Santos; el rojo para el Domingo de Ramos y Viernes Santo; y el blanco para el Jueves Santo, la Vigilia pascual y el Domingo de Pascua (cf. OGMR, 346d.b.a.).

Hasta la Vigilia pascual no se dice Aleluya en ninguna celebración, incluido el Jueves Santo. En su lugar se canta el versículo que presenta el Leccionario (cf. OGMR, 62a.b.; NUALC, 28). El Jueves Santo, y a partir de la Vigilia pascual, se dice Gloria.

Las solemnidades se trasladan después de la Octava de Pascua, las fiestas y memorias de este año se omiten.

Es sagrado el ayuno pascual de los dos primeros días del Triduo, en los cuales, según la antigua tradición, la Iglesia ayuna «porque el Esposo le ha sido arrebatado». El Viernes Santo de la Pasión del Señor hay que observar en todas partes el ayuno y la abstinencia, y se recomienda que se observe también durante el Sábado Santo, a fin de que la Iglesia pueda llegar con espíritu abierto a la alegría del Domingo de Resurrección (cf. PCFP, 39).

Las celebraciones de la primera parte del Triduo (misa vespertina del Jueves Santo y celebraciones del Viernes y Sábado Santos durante el día) son intensamente sobrias; en cambio la Noche Santa de la Resurrección es una fiesta rebosante de alegría. El paso de la tristeza al gozo se expresa en la misma Vigilia pascual, celebración del tránsito de Cristo, de su Muerte a su Resurrección. Que se haga este paso en la Liturgia es fundamental, para captar la realidad salvífica que se conmemora. La culminación del Triduo pascual es la Vigilia pascual, en la que hacemos memoria sacramental de la Resurrección del Señor.

Para la celebración adecuada del Triduo pascual se requiere un número conveniente de ministros y colaboradores, que han de ser instruidos cuidadosamente acerca de lo que han de hacer (PCFP, 41).

No se celebren los oficios del Triduo pascual en aquellos lugares donde falte el número suficiente de participantes, ministros y cantores, y procúrese que los fieles se reúnan para participar en una iglesia más importante (PCFP, 43).