sábado, 23 de enero de 2021

San Ildefonso

San Ildefonso - Monasterio de El Escorial
El Greco (1605)


San Ildefonso nació en Toledo el año 606, durante el reinado del visigodo Witerico. Venidos de Francia, los visigodos entraron en España en 456 para derrotar a los igualmente bárbaros suevos, después que muchos de ellos se instalaron en el país.

En 507, sus correligionarios que habían permanecido en la Galia, derrotados por los francos, confluyeron en masa hacia España. En vista de ello, trasladaron su reino a este territorio el año 526, estableciendo su capital en Sevilla, la que posteriormente trasladaron a Toledo.

El santo era de familia noble y sobrino de san Eugenio III, obispo de Toledo, con quien inició su brillante educación literaria. Fue después discípulo de san Isidoro, arzobispo de Sevilla, exponente de un movimiento educativo cuyo centro era la propia sede episcopal hispalense. En su seminario, se prescribió el estudio del griego y del hebreo. También se fomentó el interés por el derecho y la medicina.

Por su influencia y por la autoridad del cuarto concilio de Toledo, esta política educativa se hizo obligatoria para todos los obispos del reino. Mucho antes de que los árabes despertaran su aprecio por la filosofía griega, san Isidoro había introducido a Aristóteles entre sus compatriotas.

San Eladio, obispo de Toledo, lo ordenó diácono, y al fallecer el abad del convento en que moraba Ildefonso, este fue elegido para ocupar su lugar. En esa calidad participó, en la entonces capital, de los Concilios de los años 653 y 655, responsables de la unificación de la liturgia española.

Al fallecer sus padres, Ildefonso se convirtió en heredero de una gran fortuna, que empleó en la fundación de un monasterio de monjas.


Imposición de la Casulla a San Ildefonso (1600)
Juan Sánchez Cotán - Museo Nacional El Prado


Su obra principal es "Sobre la perpetua virginidad de Santa María", descrito como un himno triunfal a la Virgen.

Según narran todos los biógrafos del santo, quiso la Madre de Dios agradecerle directamente por el libro sobre su virginidad santa. “La noche del 18 de diciembre de 665 [fiesta de la Virgen de la Expectación] san Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María.

Capilla de la Descensión
Catedral de Toledo
Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales.

María hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, fijó sus ojos sobre él y dijo: ‘Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería’. Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor”.

Continúa la narración: “Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición”.

Capilla de la Descensión (Detalle)
Catedral de Toledo

Los historiadores afirman que los mismos árabes, al convertir la basílica cristiana en mezquita, durante la dominación musulmana, respetaron el lugar de esta aparición, ocurrida en la España visigótica y transmitida ininterrumpidamente a lo largo de los siglos. “Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular”.