lunes, 25 de enero de 2021

Evangelio diario: 25-01-2021

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. 
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. 
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».




Comentario

Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros hoy: ¡Id! Y ellos pueden ir, porque ya han experimentado la gracia y la alegría del evangelio, como nos repite el Papa Francisco: “se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose”.

Para nosotros es fácil examinarnos sobre el envío que Marcos al final de su evangelio nos deja. Lo difícil es aprobar este examen, pero será posible si dejamos que la gracia de Dios actúe. “Yo fui alcanzado por Cristo Jesús". ¡Qué mejor oración que ésta de Pablo.

Al proseguir la lectura de Marcos vemos que Jesús enumera y expresa ya lo que debemos llevar, no carguemos de cosas inútiles el hatillo de nuestro corazón:

-. Id y anunciad la Buena Noticia a todas las gentes.

-. Id y al que crea, bautizadle.

-. Id y en mi nombre expulsad el mal.

-. Id y utilizad un nuevo lenguaje.

-. Id y sanad a los enfermos ungiéndolos en mi nombre.


Recordando que Él los envió a todas las gentes. Y en ese “todos” de hace más de dos mil años estábamos también nosotros. Jesús nos señala también a no seleccionar quién es digno y quién no de recibir su mensaje y su presencia. Él, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba. Llegaran con un rostro o con otro. Nunca preguntó por el cumplimiento de la Ley de Dios para actuar, simplemente actuó según la necesidad de toda persona que se acercaba a Él.

Nuestro mundo sigue teniendo muchísimas necesidades y muchas veces aún sin saberlo sigue esperando un Salvador. Nosotros hemos tenido la gracia de ser encontrados por Él, de haber respondido con generosidad a su llamada, a veces con temor y temblor le hemos preguntado como Pablo. “¿Señor, qué quieres que haga?” Démonos tiempo y silencio para escucharle, porque a pesar de nuestras limitaciones y pecados, sigue contando con cada uno de nosotros.