martes, 19 de enero de 2021

Evangelio diario: 19-01-2021

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,23-28

Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.

Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».




Comentario

Para las autoridades religiosas del judaísmo, el “sábado” era, ante todo, un precepto legal, una obligación que marcaba el descanso de la semana. Sin embargo, para la tradición veterotestamentaria, es fundamentalmente “el día del Señor”, la memoria viva del Dios que salva interviniendo en la historia de su pueblo. Con Jesús, esta Salvación se hace presente. Con sus palabras y sus actos anuncia que ese Día ya ha llegado. Dios se hace hombre y, por tanto, no solo interviene en la historia humana, sino que es Historia Viva y Presente.

Este Evangelio o “Buena Noticia” es el santo y seña de la predicación de Jesús frente a las autoridades religiosas que siguen esperando pasivamente un Mesías a la medida de sus costumbres y rituales, a la medida de su religión. La frase de que “el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado” es paradigmática. Jesús viene a liberarnos de las esclavitudes que dificultan una fe viva en la que todo hombre pueda encontrarse con Dios.

Pero este Evangelio es, sobre todo, para nosotros, cristianos de hoy, para nuestras comunidades, para la Iglesia: ¿vivimos la alegría a que nos invita Jesús?.

Y es que parece que todavía nuestro “sabbat” dominical nos “obliga” más que nos convoca, que nuestra actitud mientras participamos no es precisamente de atención y menos de alegría, sino de tibieza. Y no nos engañemos: esto no solo depende de los ministros ordenados... No podemos seguir dormidos cuando el Señor ya ha llegado y nos convoca.