viernes, 24 de junio de 2022

Evangelio diario: 24-06-2022

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 
Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. 
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».




Comentario 

En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús podemos empezar diciendo que la avaricia tiene su dialéctica, el orgullo tiene su dialéctica, la sencillez tiene su dialéctica… el amor tiene su dialéctica. Un corazón que ama, como el de Jesús, tiene su dialéctica, tiene su comportamiento: siempre ama.

La primera y la tercera lectura de hoy, contextualizadas en una sociedad agrícola, nos explican de lo que es capaz el pastor que ama a sus ovejas. Las cuida, las mima, las protege de los días de nubarrones, las procura el alimento adecuado, las apacienta en pastizales escogidos y pastos jugosos, venda a las heridas, cura a las enfermas, las llama por su nombre… ellas conocen su voz, le siguen.

Y como conoce y cuida de cada una de sus ovejas, así nos conoce y cuida de cada uno de nosotros. Si una oveja se pierde, se extravía, es capaz de dejar “las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra”. Eso es lo que sigue haciendo Jesús con cada uno de nosotros. Así ama el Corazón de Jesús.

Pues todo eso y todo lo que pida el amor hace Cristo Jesús por nosotros, sus seguidores, sus ovejas. “Yo soy el buen pastor, el buen pastor da la vida por las ovejas”. Eso fue lo que hizo Jesús: siendo Dios, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo para amarnos, para servirnos, para dar la vida por nosotros, para gastar su vida a favor nuestro, ofreciéndonos su amor, indicándonos el camino a seguir para que el sentido, la esperanza, la ilusión poblasen nuestro corazón, que no es otro que el camino del amor.

Y como sabía de nuestra fortaleza y también de nuestra debilidad, incluida la debilidad en nuestro amor, nos regaló su mismo amor, para que fuésemos capaces de llegar hasta donde del amor pidiese no solo con nuestro humano amor, sino con su mismo y poderoso amor: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. De esta manera podremos amar a Dios, a nuestros hermanos y a nosotros mismos.