domingo, 12 de diciembre de 2021

¿Que debemos hacer?

San Juan Bautista - Tiziano (1532)
Galleria de la Academia - Venecia

 

La alegría del mundo y la alegría de Dios


El llamamiento del profeta Sofonías a la alegría, en la primera lectura, es particularmente apropiado mientras nos preparamos para la Navidad porque se aplica a Jesús, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros: su presencia es la fuente de la alegría.

Este mensaje encuentra su pleno significado en el momento de la anunciación a María, narrada por san Lucas. Las palabras del ángel Gabriel a la Virgen son como un eco de las del profeta.


«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

En una aldea perdida de Galilea, en el corazón de una joven mujer desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de la felicidad para todo el mundo. Y hoy el mismo anuncio va dirigido a la Iglesia, llamada a acoger el Evangelio para que se convierta en carne, vida concreta. Dice a la Iglesia, a todos nosotros: «Alégrate, pequeña comunidad cristiana, pobre y humilde aunque hermosa a mis ojos porque deseas ardientemente mi Reino, tienes sed de justicia, tejes con paciencia tramas de paz, no sigues a los poderosos de turno, sino que permaneces fielmente al lado de los pobres. Y así no tienes miedo de nada, sino que tu corazón está en el gozo». Si vivimos así, en la presencia del Señor, nuestro corazón siempre estará en la alegría.

También san Pablo hoy nos exhorta a no angustiarnos, a no desesperarnos por nada, sino a presentarle a Dios, en toda circunstancia, nuestras peticiones, nuestras necesidades, nuestras preocupaciones, «mediante la oración y la súplica». Ser conscientes que, en medio de las dificultades, podemos siempre dirigirnos al Señor, y que Él no rechaza jamás nuestras invocaciones, es un gran motivo de alegría. Ninguna preocupación, ningún miedo podrá jamás quitarnos la serenidad que viene no de las cosas humanas, de las consolaciones humanas, sino de Dios, del saber que Dios guía amorosamente nuestra vida, y lo hace siempre. También en medio de los problemas y de los sufrimientos, esta certeza alimenta la esperanza y el valor.

Pero para acoger la invitación del Señor a la alegría, es necesario ser personas dispuestas a cuestionarnos. Yo ¿qué debo hacer? Esta pregunta es el primer paso para la conversión que estamos invitados a realizar en este tiempo de Adviento. Cada uno de nosotros se pregunte: ¿qué debo hacer? Una cosa pequeña, pero «¿qué debo hacer?». Y la Virgen María, quien es nuestra madre, nos ayude a abrir nuestro corazón a Dios al Dios-que-viene, para que Él inunde de alegría toda nuestra vida.

Papa FRANCISCO, 16 de diciembre de 2018



¿Que debemos hacer?




Las reglas morales son instrucciones que se dan para operar la maquinaria humana. Toda regla moral fue establecida para prevenir un rompimiento, una tirantez, una fricción, en el funcionamiento de tal maquinaria. Es por ello que a primera vista parecen ser una interferencia en nuestras inclinaciones naturales. Cuando se nos está enseñando el uso de una máquina, el instructor siempre nos está diciendo: "No, eso no se hace de esa manera", porque hay muchas cosas que parecen ser la manera natural de operar una máquina, pero que en realidad no la hacen operar bien.

Existen dos formas en las cuales la máquina humana funciona mal. Una es cuando los individuos humanos se apartan unos de otros, o cuando chocan unos con otros y se causan daño por medio del engaño o la discusión. La otra es cuando las cosas van mal en lo íntimo del individuo; cuando las diferentes partes que lo componen, sus diferentes facultades y deseos, o bien se apartan unas de otras o bien se interfieren entre sí. Pensemos en nosotros mismos como una flota de barcos que navegan en formación: sólo tendrá éxito el viaje si, en primer lugar, los buques no chocan entre sí y no se meten uno en la ruta del otro; y en segundo lugar, si cada uno de los buques está bien acondicionado para la navegación y tiene sus motores en buen estado.

Hay algo más. No hemos preguntado adónde quiere llegar la flota, ni qué partitura musical quiere la banda tocar. Los instrumentos pueden estar a tono y entrar en el momento apropiado, pero aun así la ejecución no será un éxito si la banda ha sido contratada para un baile festivo y la música que ejecuta la de un funeral. Y por bien que navegue la flota, el viaje sería un fracaso si tuvo en mente fue llegar a Nueva York pero llega a Calcuta.

La moralidad, entonces, tiene que ver con estas tres cosas. Primero, con el juego limpio y la armonía entre los individuos. Segundo, con lo que podría ser llamado ordenar o armonizar las cosas en lo íntimo de cada individuo. Tercero, con el propósito general de la vida humana considerada como un todo: para qué fue creado el hombre; el derrotero que la flota ha de seguir; la partitura que el director de la banda desea tocar.

C.S. LEWIS, Mero cristianismo, Libro III