jueves, 30 de diciembre de 2021

Evangelio diario: 30-12-2021

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.



Comentario

Los padres de Jesús presentan a su Niño en el templo. Cumplen, así, lo prescrito por la ley de Moisés. Es interesante que, en la primera parte, el evangelio  de hoy se centre en una viuda, anciana, de 84 años, que no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Es la descripción de una persona entregada a Dios de por vida. Una vida exigente, austera, como corresponde a una profetisa que vive de forma decidida la ley del Señor, esperando el gran acontecimiento: la llegada del Mesías. Curiosamente el evangelio nos transmite datos concretos sobre ella. Su nombre, Ana, el de su padre Fanuel y a la tribu a que pertenece, Aser. Es un detalle curioso, quizá manifestación de que era una persona conocida por su presencia constante en el templo

¿Qué hace esta buena mujer cuando llegan los padres con el Niño? Da gracias a Dios y habla de ese Niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Es el comportamiento de alguien que ha comprendido que Dios se acuerda de los sencillos y los humildes. Con eso nos ha descrito la labor de alguien que percibe en ese Niño algo más que la presentación protocolaria al que los buenos judíos se sometían. Es inimaginable ver a esta anciana viuda dirigirse a todos, mostrando así su alegría de haber encontrado, en su ancianidad, al Mesías.

Admirable postura la de alguien fiel hasta el final, en un estilo de vida propio de quien ha orientado su existencia al servicio de Dios.

La segunda parte del evangelio se centra en el protagonista principal de todo el evangelio: en Jesús. Los padres han cumplido con lo que ordena la ley y vuelven a Galilea, a Nazaret. Y ahí Lucas, deja una constatación: el niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría. La gracia de Dios estaba con él.

El niño, por tanto, va creciendo como todos los niños, abriéndose camino en el hogar de Nazaret, junto a sus padres. Ahí comienza la “vida oculta” de Jesús hasta que lo encontramos predicando por Galilea. Solo este evangelista nos narra su permanencia en Jerusalén con el consiguiente susto de sus padres al no encontrarlo en la caravana de la que ellos tres formaban parte. Durante esos años de vida en Nazaret, Lucas no nos cuenta nada más. Nos basta saber que crecía y se robustecía con la gracia de Dios que estaba con Él.

Destaquemos estos días el protagonismo de la familia. Desde el 19 de marzo de este año hasta el junio de 2022 (encuentro mundial de las familias en Roma) tenemos presente esta realidad que nos incluye a todos. Como José y María nuestras familias han de encontrar la forma de estrechar lazos, construyendo vínculos y hacerlo a través de los valores de la familia de Nazaret.

Un contexto que ha de favorecer el crecimiento de todos, cuando el Evangelio va uniendo y fortaleciendo una forma de vida sencilla, veraz, y unida en el camino hacia Dios. Esta familia de Nazaret se convierte para todos en modelo. En ella resalta el amor que es el origen y vínculo que enlaza a todos sus miembros. Ese amor que viene de Dios y que estos días se hace patente en la figura de Jesús, salvador de los que lo reconocen y, también, de aquellos que lo ignoran u olvidan.

Es un tiempo oportuno para examinar la vida de nuestras familias, sus fortalezas y sus debilidades, buscando su renovación teniendo presente la familia de Nazaret.

Que el año que vamos a comenzar nos ayude a crecer y robustecernos en nuestra fe. Que la familia de Nazaret nos acompañe en este camino y sea referente vivo de cómo caminar, sabiendo que Dios está siempre con nosotros.