miércoles, 8 de septiembre de 2021

Evangelio diario: 08-09-2021

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».




Comentario

Dos partes bien marcadas tiene la página evangélica de hoy: la culminación de un proceso histórico plasmado en la genealogía que llega hasta José, de la dinastía de David y esposo de María, y el conato de José de cumplir la Ley para repudiar a María.

A estas alturas de la historia, no necesitamos enfatizar ningún dato para declarar el origen humano que vincula a Jesús de Nazaret con su pueblo y con la historia de todos los humanos. Se puede decir que no es una relación de excelencias humanas, pues no faltan en ella ni pecadores confesos ni mujeres de nacimiento no israelita; el evangelio sabe lo que quiere decir con ello, y es que desde el principio está claro que el Esperado viene a sanar a los enfermos y a ser solidario con la humanidad toda, desigual y pecadora. ¿Caminos desconcertantes los de Dios? Puede, y Jesús nos invita a habituarnos a este estilo del Dios de los hombres que sigue metido en los entresijos de nuestra presente historia con el ropaje de la humildad y transparencia y, que no sin dificultad, camina hacia Cristo.

José, con María, cumplirá las profecías del Viejo Testamento y en esa peculiar forma de experiencia de Dios que es el sueño tendrá la encomienda de dar nombre al hijo que traerá su prometida María. Nombre que marca con letras de amor y vida su misión: Dios salva por la vida y palabra de este Jesús esperado. Y si bien es cierto que la mujer, María, no cuenta en la línea genealógica, con lo que el futuro nacido no podía insertarse en la casa de David, a José se le hace saber que acoja a María y asuma la paternidad legal del niño dándole un nombre. El Hijo de Dios es también ahora el hijo de David. El texto evangélico no dice que el nombre del niño en gestación sea Emmanuel, como lo anunció la profecía, sino Jesús, el Salvador, quizá porque Dios está más que nunca con nosotros cuando salva, bendice y libera, porque es su forma habitual de acompañarnos en la historia.

Día singular para las comunidades que se han aglutinado en torno a María de Nazaret y que hoy la homenajean con diversos y bellos títulos: Gracia, Caridad del Cobre, Fuensanta, Pino, Cinta, Victoria, Covadonga, Soterraña, Coro, Nuria, de la Vega, de la Peña, de los Llanos… sobradas razones para proclamar, con María, las grandezas del Señor.