Domingo I de Cuaresma (21 de febrero)
Por el bautismo fuimos salvados como Noé y los suyos en el arca, leemos en la primera y segunda lecturas. En este tiempo hemos de reavivar esa gracia bautismal.
El Evangelio nos presenta a Jesús en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, viviendo entre alimañas y servido por los ángeles.
Así inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal y nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado, rechazando las tentaciones del enemigo.
Comenzamos con él el camino hacia la Pascua. Y pedimos al Padre «que nos haga sentir hambre de Cristo, pan vivo y verdadero, y que nos enseñe a vivir constantemente de toda palabra que sale de su boca», rezamos en la oración de la comunión.