lunes, 9 de noviembre de 2020

Evangelio diario: 09-11-2020

Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré»
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


Comentario

Un hermoso gesto simbólico el que recoge el texto evangélico. Más allá de los gestos airados con los que acostumbramos a imaginarnos a Jesús al expulsar a los comerciantes del templo, lo importante es hacer ver que todo aquel montaje mercantil en torno al templo no era necesario para esa nueva relación con Dios que Jesús quiere mostrarnos y a la que nos invita constantemente.

Una relación personal e íntima que pone en su centro al Dios de Jesús que privilegia la misericordia ante cualquier sacrificio de animales, por muy legitimados que estuvieren por la tradición.

Lo que este signo declara es que nuestra relación con Dios pasa obligadamente por la humanidad de los hermanos y con los hermanos; ya no es necesario estar en un edificio de fábrica para conectarse con la bondad de Dios, sino creer en el Hijo de Dios para tener vida. Tampoco es necesario adquirir previamente un animal –exponente de diferente capacidad adquisitiva-, con conectar el propio corazón con el Dios de los hombres. Es, además, legítimo leer este texto como juicio crítico de la religión externa, sin corazón, sin espíritu, sin incidencia coherente en la vida personal.

Fue Constantino el que mandó construir la basílica de Letrán que, con el tiempo, será la catedral del Papa o templo madre de todas las iglesias. Con esta fiesta se homenajea la sede del obispo de Roma. Así, celebrar la dedicación de la iglesia madre de todas las iglesias es una invitación a los cristianos de la Iglesia universal a vivir la unidad de fe y de caridad, para ser piedras vivas en la construcción de la Jerusalén celeste

¿Revisamos aquellas cosas que en nuestras tradiciones religiosas y cultuales no nos dejan ver el bosque de la nueva religión del Hijo de Dios?... Así pues, no convirtamos en un mercado la casa del Padre.