sábado, 7 de enero de 2023

Evangelio diario: 07-12-2022

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.

Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.

Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.



Comentario

El evangelio de hoy nos presenta el comienzo de la predicación de Jesús en Galilea. Él ya no está en Nazaret, donde se había criado, sino que se instala en Cafarnaún, ciudad de Galilea. Comienza una nueva etapa, presidida por el anuncio de la llegada del reino de los cielos o reino de Dios, que se va haciendo presente en las palabras y en las obras de Jesús.

La misión de Jesús se resume, a lo largo de este evangelio, en tres cosas: proclamar el reino, enseñar y curar. Es decir, Jesús va a transmitirnos la buena noticia de que el reino o reinado de Dios está cerca, va a enseñarnos a vivir de acuerdo con esa perspectiva y va a sanar con ello muchas de nuestras dolencias.

Unas dolencias que nos aquejan no tanto por falta de salud o por carencias materiales, sino por razones más profundas: pérdida del sentido de la vida, incertidumbre sobre el futuro, creciente inseguridad social, etc. Todo eso oscurece nuestra vida, llena de sombras nuestro porvenir.

¿Podrá el Dios que viene hacia nosotros hacer que se ilumine esta oscuridad? Esa venida nos promete un renacer de nuestra esperanza, una confianza incondicional en la misericordia de Dios, que es Padre nuestro. Él nos ha enviado a su Hijo como luz del mundo. Y dice el Evangelio que a Jesús le seguían multitudes venidas de todas partes.