jueves, 3 de noviembre de 2022

Santoral: San Martín de Porres - Copatrono de Cáritas


San Martín de Porres es el santo de la humildad. Popularmente conocido como Fray Escoba, este dominico originario de Lima, Perú, fue el primer mestizo canonizado por la Iglesia. Por medio de su sencillez y servicio logró superar las diferencias y unir a las tres culturas que convivían en su época, a pesar de los conflictos que dificultaban la coexistencia en la sociedad limeña del siglo XVII.

Síntesis biográfica

Martín de Porres nació en Lima el 9 de diciembre de 1579. Fue hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y Ana Velázquez, negra libre panameña. A los doce años empezó a aprender los oficios de peluquero, asistente de dentista y medicina natural.

Más tarde, llegó a ser cirujano. La casa de Martín se llenó de mendigos y personas que no tenían capacidad económica, eran atendidos gratuitamente y con mucho esmero por el famoso barbero y cirujano de Lima.

Martín decide entrar al convento de Nuestra Señora del Rosario en Lima. Sin embargo, debido a su condición de mulato, ingresa a la comunidad como “donado”. En el convento se le confió el oficio de la limpieza; su escoba fue, con la cruz, la gran compañera de su vida. De ahí que fuera popularmente conocido como Fray Escoba.

Glorificación de San Martín de Porres - Fausto Conti
Encargado por Juan XXIII para su canonización
Convento de Santo Domingo - Lima (Perú)

El 2 de junio de 1603, hizo su profesión religiosa y fue hermano cooperador. Martín se destacaba por el cuidado que brindaba a los enfermos. A todos amaba y curaba sin distingo de su procedencia étnica (indígenas, españoles y negros). Por sus cuidados pasaban todos los sectores de la sociedad limeña. Fue un verdadero ejemplo de unidad en una sociedad fracturada por diversos conflictos. 

Cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir agozar de la presencia de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de noviembre de 1639.

Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia. Toda la ciudad le dio el último adiós.

A diferencia de la gran mayoría de santos dominicos, alcanzó la santidad sin destacar como predicador, teólogo, misionero, mártir o artista. Destacó como religioso afrontando la desventaja de ser pobre y mulato. Algo solo externo porque en su interior era una persona inteligente, trabajadora y muy caritativa.

Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato en 1837. Fue canonizado por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la homilía de la canonización, las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín de la caridad".

Sus restos se encuentran en la Basílica de Santo Domingo, es patrono de la Justicia Social y de los hermanos cooperadores dominicos. También, su patronazgo se extiende a los pobres, los peluqueros, el gremio de la limpieza pública, farmacéuticos y enfermeros y es patrón de Cáritas.



¿Qué nos puede decir hoy?

San Martín es querido por todos, invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos, por hombres de ciencia y por ignorantes. Su imagen o su estampa va en los viajes, está en las casas y en los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Todo porque fue humilde, obediente, y, como dijera Juan XXIII, “Es Martín de la Caridad”.

Martín nos hace recordar el inmenso poder de la humildad y el servicio. En un mundo saturado por tantas palabras e imágenes, el santo de Lima es un constante recordatorio de la validez del ejemplo y de la grandeza de los pequeños actos cotidianos que pueden cambiar el entorno inmediato e, incluso, el curso de la historia.

Martín no se paró a analizar qué significaba seguir al Señor, sino que, al oír su llamada, se calzó sus sandalias de creyente y se ciñó un hábito de servicio para compartir con sus semejantes, sin condición previa alguna, todos los talentos que había recibido.

Abrió caminos caminando delante y sin pararse a mirar atrás. Oyó la voz que le decía “ven y sígueme” y la siguió sin rechistar, con todas las consecuencias.

Ojalá que fuéramos capaces de hacer lo mismo en estos tiempos en que tanto escribimos y discutimos sobre la nueva evangelización, que nos dejemos llevar por el mismo amor que presidió la vida de Martín de la caridad, y que nos guíe por los intrincados caminos que nos obliga a seguir, en el campo de la solidaridad humana, el tremendo reto del virus que padecemos y al que tantos anónimos en muchos y diversos campos profesionales están respondiendo con el mismo celo que, en su día, lo hizo su patrón, san Martín de Porres.

Patronazgo

San Martín de Porres es patrono de muchos organismos, parroquias y colectivos profesionales por todos los países del cono sur del continente Americano. También patrono de varias parroquias de Estados Unidos. En España es patrono de muchas parroquias y algunas localidades. La lista siguiente enumera su patronazgo reconocido en la Iglesia Universal:

  • Santo Patrono de la Justicia Social (designado por Juan XXIII el día de su canonización, 6 de Mayo 1962) 
  • Patrón de Cáritas. (Posteriormente se añadirán como copatronos Santa Teresa de Calcuta y San Oscar Romero). 
  • Patrón universal de la Paz. 
  • Patrón de los enfermos. 
  • Protector de los pobres (junto a San Vicente de Paúl y San Camilo de Lelis). 
  • Patrón de los barberos. 
  • Patrón de los barrenderos y de los servicios de limpieza.