sábado, 6 de agosto de 2022

Evangelio diario: 06-08-2022

Lectura del santo evangelio según S. Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.

Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar la nube.

Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de los que habían visto.



Comentario

Hoy el Evangelio nos revela cual es nuestro final: el mismo destino glorioso de Cristo Jesús. Pero llegar a ese destino es seguir el mismo camino de Jesús, camino de oración, entrega, cruz... resurrección.

Ese recorrido implica subir con Jesús al encuentro con Dios, ir a la montaña, orar, estar pendiente de Él, ver su rostro que ahora resplandece y ver que sus vestidos brillan de blancos… reflejan que así como Dios se envuelve de esplendor y majestad como en un manto; Jesús se envuelve en luz divina.

Acompañando a Jesús tendremos la experiencia de que toda la revelación divina culmina en Cristo, en el misterio pascual, misterio de muerte y resurrección-transfiguración, veremos su gloria.

Experimentaremos el encuentro con Jesús de un modo nuevo que nos llena de paz, de sentido, de alegría, de luz divina, que hace exclamar: qué hermoso estar aquí; creer en Jesús es una gozada, esto sí que merece la pena, ahora sí.

En esa experiencia escucharemos la voz del Padre que dice: Este es mi hijo amado escuchadle. 

La escena de la transfiguración ilumina nuestra mente para conocer que Jesús es el hijo amado de Dios, que tenemos que escucharle a Él y que nuestra meta es una vida transfigurada en Dios.

Lo que más nos transfigura es el amor; que en este día veamos el amor de Dios por cada uno de nosotros. En el rostro de Jesús, que veamos tantos rostros transfigurados por la luz, la vida, la alegría…