sábado, 22 de enero de 2022

Evangelio diario: 22-01-2022

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús llega a casa con sus discípulos y de nuevo se junta tanta gente que no los dejaban ni comer.

Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.


Comentario

A lo largo de la semana se nos ha ido presentando parte del capítulo 3 del Evangelio de Marcos. Hoy concretamente se nos narra un fragmento muy breve del mismo. Para comprender mejor el sentido del texto, su esencia y de este modo profundizar en su riqueza, sería bueno que leyésemos el capítulo completo. En él se nos cuenta con más lujo de detalles la jornada del «Pastor de Israel».

El marco de referencia es el Templo de Jerusalén y la curación de un hombre que tenía la mano paralizada. Es el primer elemento que va a enlazar con la piedra de tropiezo de Jesús: los fariseos y herodianos se confabulan desde ese momento para acabar con Él. 

En esa actividad desbordante de Jesús ni siquiera tiene tiempo para comer y descansar. Ha subido al monte, ha hecho una llamada, ha instituido a los doce: «Para estar con Él y predicar». Momento más significativo del Evangelio es éste en el que Jesús fue a la casa con sus discípulos, por toda la carga simbólica que nos quiere transmitir para nuestro seguimiento y nuestra espiritualidad. La casa y la llamada son como el lugar de intimidad y de encuentro con Jesús. 

Jesús en nuestra vida es como ese «Pastor de Israel» que viene al encuentro de su pueblo. Un pastor que no sabe de matemáticas y deja a las 99 ovejas para buscar a la descarriada. Porque no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. Ese pastor sabe de heridas, sabe de nubarrones y de cañadas oscuras y cuando encuentra a la oveja la carga sobre los hombros y la lleva a casa. Este Pastor carga sobre sus hombros nuestras vidas cansadas.

Por eso, tanta gente se agolpa allí donde se encuentra el Pastor. Tienen necesidad de sanar heridas, de tranquilidad, de sosiego, de sentirse escuchados, de recibir una palabra de consuelo, de sentir una mirada compasiva en realidad concreta. Quieren sentir sus vidas sostenidas por las manos del pastor. La familia de Jesús va también a ver qué verdad tienen todas aquellas acusaciones que hacen sobre Él los escribas que habían bajado del Templo de Jerusalén, tras la sanación del hombre.

A lo que Jesús responde con un guiño para toda la humanidad: mi madre y mis hermanos son todos aquellos que me buscan con un corazón sincero, son todos aquellos que en las dificultades de la vida tratan de hacer la voluntad de Dios. Los que me abren las puertas de su casa para que Yo pueda entrar y cenar con ellos. La casa es, pues, el lugar de encuentro y descanso en ÉL y se convierte en el Templo que somos cada uno del Espíritu Santo que mora en nosotros.