sábado, 12 de junio de 2021

Santoral: Inmaculado Corazón de María



Después de la gran fiesta del Corazón de Jesús, fiesta del amor de Dios, celebramos la memoria del corazón de la madre del Señor, la obra privilegiada del Espíritu Santo. 

Ayer al celebrar el Sagrado Corazón de Jesús, teníamos bastante más fácil el camino para comprender que el corazón de Cristo es la esencia de Dios: El Amor sin medida. Hoy la pregunta es ¿que celebramos en esta memoria de la Madre del Señor? 

Para comprender el sentido profundo de esta fiesta del Inmaculado Corazón de María es necesario recurrir a la Sagrada Escritura, pues en la Biblia el corazón, ni identifica una víscera, ni tiene relación alguna con sentimentalismos, o sentimientos excesivamente edulcorados que no dan testimonio adulto de nuestra fe, porque malentender esta devoción es perder la verdadera dimensión de la misma, un verdadero acto de fe. 

En la Biblia, el corazón es el lugar, de la memoria, donde se custodian los recuerdos, los proyectos, las decisiones humanas. El corazón es dado al hombre para pensar (cfr. Eclo 17,6). 

El corazón es la fuente de la personalidad, donde la historia de cada persona se encuentra con Dios. Es por eso que es el lugar de la fe. (cfr. Ef 3,17). Cuando se recibe la palabra en el corazón (cfr. Lc 8, 15) se puede vivir en clave evangélica. Amar con todo el corazón o perdonar con todo el corazón, son expresiones bíblicas sobre el corazón humano. Un corazón humano también compartido por el mismo Cristo que se nos presenta como "manso y humilde de corazón", además la presencia del Señor hace que arda el corazón de los que se encuentran con Él. 

Así cuando Lucas afirma de María "conservaba todas estas cosas en su corazón", nos presenta a María como modelo de fe, modelo para los creyentes. El Inmaculado Corazón de María nos habla del carácter absoluto de su fe, de su confianza, de su acogida de la voluntad de Dios en lo más íntimo de su ser. 

María, bajo el título de su Corazón, nos muestra que la vida cristiana no estriba ante todo en someterse a una ley, asentir a un sistema doctrinal, cumplir un ritual en que se honra a Dios con los labios. Ser cristianos es vivir una relación de acogida, confianza y entrega al Dios vivo; es una adhesión personal a Cristo, Desde ahí se vivirá la obediencia a la voluntad de Dios, se acogerá la enseñanza del Evangelio, se adorará a Dios en espíritu y verdad.

Recuperar la riqueza bíblica que nos muestra esta memoria de la Virgen, nos lleva a una nueva consideración del misterio de María: el corazón de María habla de la profundidad a la que puede llegar la obra del Espíritu, cuando se le abren las puertas del ser, la profundidad de un corazón que reconoce el proyecto salvador de Dios y que lo canta en esa oración privilegiada que rezamos cada día, el Magnifícat. Un corazón que nos abre a una fe madura, adulta y responsable.