sábado, 11 de julio de 2020

Evangelio diario: 11-07-2020

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 27-29

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

Comentario:

En este fragmento del evangelio de Mateo se nos propone el seguimiento de Jesús con total radicalidad. Convertirse al Señor es priorizar el seguimiento por encima de la ley y de las obras, por encima de la familia y las riquezas, por encima de cualquier esperanza de premio. Pedro todavía no ha entendido bien la figura de Jesús. ¿Qué nos va a tocar?, le pregunta, con admiración por Jesús, pero también con una expectativa lucrativa. Y la respuesta que recibe es inquietante: una promesa de eternidad. “Aquel que deja casa, hermanos, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”.

Nada terreno, Jesús les invita a abandonarse en su seguimiento. No necesitan nada, ningún arraigo ni apego, porque Jesús es la heredad, el cumplimiento, la vida. Jesús los llama para que sean sus compañeros, sus amigos. Quiere que colaboren en la predicación del Reino de Dios. Y como Él, también ellos sufrirán persecución y habrán de cargar con su cruz. Seguir a Jesús es compartir la comunión del destino de Jesús, un camino de fe y de salvación que se cumplirá en la vida futura con el Cristo glorioso. 

Este es también el reto que nos toca vivir a nosotros en estos nuevos tiempos. Llevar el mensaje de salvación a nuestra sociedad mediante un estilo de vida impregnado del estilo de Jesús. Desde la intimidad del encuentro y escucha de sus palabras y acciones, recoger la apuesta que significó la resurrección del Señor y la entrada en una nueva creación. Jesús no sólo nos abre a una vida plenamente humana con valores de justicia, solidaridad, compasión, perdón y compromiso por un mundo mejor, sino que ilumina nuestro mundo con una dimensión trascendente, abierta al Padre creador y al Espíritu que nos permite llamar a Dios Padre.

Como creyentes y discípulos del Jesús presente, que no nos deja huérfanos, nuestro compromiso debe alentar la esperanza, despertar la conciencia por la creación de un mundo más justo, equitativo y solidario. Esta es la tarea que hoy se hace igual de urgente testimoniar y hacer presente en nuestras sociedades menos religiosas.