viernes, 17 de febrero de 2023

Evangelio diario: 17-02-2023

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 34 – 9, 1

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Y añadió:
«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».





Comentario

La primera condición del seguimiento es negarse a uno mismo o renegar de uno mismo. Cuando se sigue a Jesús la única gloria que importa es la suya, no la nuestra; el poder único sobre el que ajustarlo todo, el de Dios; no servirnos nosotros de Dios para ejercer el nuestro, sometiendo a los demás. Por supuesto que los discípulos siguen preocupados buscando su perfección y autorrealización, pero siempre según criterios evangélicos y con las “Bienaventuranzas” por delante, nunca según lo que este mundo entiende por perfección. A ejemplo de Jesús, nuestra obsesión, como seguidores, será el Padre, y nuestro quehacer, el suyo, la implantación del Reino de Dios, viviendo y enseñando con nuestra vida el estilo de Jesús.

En el mismo contexto de libertad que ha querido Imprimir Jesús al dar sus paradójicas consignas, la segunda invitación se refiere a la cruz. Pero no a la cruz de Jesús, sino a la de cada uno de sus voluntarios seguidores. No les dice que vayan a acabar todos crucificados, sino que, teniendo en cuenta quiénes acababan crucificados, les dice que, por seguirle, tendrán que llevar un estilo de vida similar al de esos marginados. Que no esperen otros títulos ni otras glorias, reservadas para otros seguimientos. Y que no soporten como esclavos lo que tienen que cargar espontánea y libremente como hijos.


El que quiera irse con él, tendrá que dejar familia, oficio, barca y hasta aparejos y redes. Ligeros de equipaje, para facilitar lo único importante, el seguimiento. 

Los discípulos conocieron dos etapas en el seguimiento de Jesús: desde que le conocieron y fueron llamados hasta su pasión y muerte; y desde la experiencia de resurrección, ayudada por la presencia inequívoca del Espíritu Santo. Nosotros pertenecemos, como continuadores, a esta segunda etapa, la definitiva. Solo queda que cuantos nos miren puedan, como en un espejo, ver en nuestra vida el estilo de vida de Jesús, los valores que vivió y proclamó y el Reino de Dios que implantó.