lunes, 7 de septiembre de 2020

Evangelio diario: 07-09-2020

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en tomo una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.



Comentario

Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía. Es la actitud de la gente que quiere aparentar que es buena y recta, para luego manifestar lo contrario de lo que aparentan. Esta es la actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús llama al hombre enfermo para hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por curar en sábado, lo que estaba prohibido por la Ley de Moisés.

El texto evangélico refuerza la llamada a ser fermento de gracia con la curación de un hombre en sábado, en la sinagoga. “Voy a haceros una pregunta: ¿está permitido en sábado hacer el bien o hacer el mal?”. Y hace una pregunta aún más radical: “¿salvar una vida o dejarla perder?”. La confrontación con los fariseos y maestros de la ley es manifiesta.

Dejemos que Jesús también nos mire, nos ilumine en las motivaciones e intereses que rigen nuestras decisiones y actuar de cada día. Dejemos resonar estas preguntas dentro de cada uno y que surja con sinceridad nuestra respuesta, quizás demasiado tibia y dudosa.

El hombre del milagro no había pedido nada. Simplemente estaba allí, como habrá estado tantos sábados de su vida. Jesús hace este milagro en la sinagoga con el objetivo de que sea una enseñanza para todos. Allí, en el lugar donde se meditaba la Palabra, Él quiere que aparezca el cuestionamiento: la Palabra de Dios no fue dada para dejarnos paralizados, sino para traernos vida y salud.

Esta fue la razón por la cual Jesús siempre vivió en torno al amor y la compasión por sus prójimos. Además todo ser humano debe ser consciente de la necesidad de la gracia de Dios en su vida, pues es la única forma de liberarse de toda atadura, a la enfermedad o al pecado, y así la luz de la gracia resplandecerá en él y en todos los que le rodean. En suma, es la forma como cada persona se convierte en apóstol de la misericordia para los demás. ¡Jesús, en Ti confío!

Que en este día nos sigamos dejando interpelar por su mensaje, pues hoy, el Evangelio nos pone en camino, nos reta a hacer el bien, sin reparar en las dificultades o peligros que nos pueda acarrear.

¿Te sientes urgido por las palabras de Jesús? ¿Cómo te comprometes en tu servicio a los demás para que sean conscientes del amor y de la misericordia de Dios?