viernes, 25 de marzo de 2022

Evangelio diario: 25-03-2022

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.


Comentario

San Lucas nos regala la narración del anuncio de la Encarnación del Verbo. Un hermoso relato catequético. Un diálogo que revela el infinito respeto de Dios con el ser humano y en la figura de María, la doncella desposada con José, la imagen de una mujer que vive conscientemente su fe. Planteamiento de un proyecto del Padre en el que desea la intervención del ser humano. Puede hacerlo sin contar con él, pero en asunto de esta envergadura, cuenta con su libre aceptación. Si el Verbo se pronuncia antes de la encarnación, María, la mujer que será la puerta por la que entre el Verbo en el mundo y en la historia de la humanidad, “actuando como un hombre cualquiera”, deberá pronunciarse también.

Escucha con atención; pregunta ante lo excepcional del anuncio sin exigir pruebas. Recibe la explicación y se entrega totalmente al plan de Dios. Disponibilidad total, en sintonía con la afirmación de que nos habla la carta a los Hebreos. Se trata de la humanidad nueva totalmente identificada con la voluntad del Padre.

Al asumir la humanidad el Verbo, comienza a devolver al ser humano la nobleza de su origen y más aún, lo llevará a la plena comunión con Dios. El sí de María resume toda la expectación y deseo de la humanidad marcada por las consecuencias del pecado de Adán. San León Magno dirá: “Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador.” 

Esta maravillosa cercanía provoca una sorprendente alegría, porque el invisible se hizo visible, palpable y actuando como un hombre cualquiera, muestra a todos los seres humanos su auténtica vocación que no está reservada a unos pocos sino ofrecida a todos.

Así, la celebración de este Misterio, nos ayuda a prepararnos para la fiesta de la Pascua. En ella se pondrá de manifiesto todo lo que encerraba este abajamiento del Verbo y cómo con su retorno al Padre, la humanidad entera entra con él en la comunión para la cual Dios nos creó.

Por esta ofrenda todos quedamos santificados y como dice el Apóstol en esperanza estamos salvados.