jueves, 19 de agosto de 2021

Evangelio diario: 19-08-2021

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,1-14

En aquel tiempo, Jesús volvió hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados, encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los matarlos.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.”
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”
El otro no abrió la boca.

Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».




Comentario

Para entender mejor las parábolas de Jesús, siempre hemos de tener en cuenta a quién se las dirige. La del evangelio de hoy va dirigida a “los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo”, personas que de manera clara le rechazaban. Queda claro que Jesús invita al banquete de su amistad a todos, al banquete de su luz, al banquete de sus indicaciones, al banquete de sus promesas, al banquete de una vida de total felicidad después de nuestra muerte y resurrección.

Pero Jesús respeta siempre la libertad que Dios nos ha regalado. En su tiempo, un amplio grupo, empezando por muchos dirigentes religiosos rechazaron su invitación. Como solemos decir, “en el pecado llevan la penitencia”, la penitencia de no gozar de todo lo que Jesús nos ofrece en esta vida y en la vida después de nuestra muerte.

Jesús, también a todas las personas del siglo XXI, nos invita al banquete de su buena noticia, al banquete de las relaciones amorosas con nuestro Dios y con nuestros hermanos, al banquete de su cuerpo y de su sangre, al banquete de su felicidad... También en nosotros queda la libertad de aceptarle o de rechazarle. No seamos insensatos y aceptemos de lleno a Jesús, nuestro amor primero, el tesoro de nuestra vida.